La Opinión de Zamora

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Al grano

Vivir en un pueblo es... llorar

Los fondos europeos deben destinar una partida a pagar por residir en el ámbito rural

El ritmo del exódo urbano en Zamora se acerca ya al de la despoblación rural

Vivir en un pueblo es darte cuenta, en primera persona, de la descomposición de un sistema de vida que va más allá de que el bar o la tienda o las casas estén vacías. Vivir en un pueblo en Zamora es tener un nudo gordiano en el pecho y una rotonda repleta de maleza en la barriga; es notar, minuto a minuto, como la herida no deja de sangrar y cómo vas perdiendo fuerza e ilusiones, cómo la esperanza juega a las cartas con un tahúr profesional.

Qué den dinero, contante y sonante, por vivir en los pueblos.

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¡Basta ya de tonterías y de tocar los cataplines, si a alguien le importa el ámbito rural que, de verdad, tome medidas y tapone la herida! ¿Y cómo hacerlo? ¡Pues con voluntad, leches! ¿Para qué queremos un ministerio de reto demográfico sustentado en filosofías urbanitas y ecologistas de parte? Si de verdad quieren frenar la sangría demográfica al menos hasta que deje de tronar, hay que poner dinero sobre la mesa, contante y sonante.

Los fondos europeos, dicen, son un pozo en una vega que mana dinero a espuertas. Pues venga, que habiliten una partida para reactivar el mundo rural. Qué den dinero, contante y sonante, por vivir en los pueblos. Qué eso no se puede hacer, que es mejor incentivar, fijar una fiscalidad diferenciada, que no se puede repartir dinero porque sí, sin justificación. Bobadas. Lean, que les voy a dar justificaciones.

Hay que salvar el ámbito rural no porque sí, sí porque sin él, sin un mínimo equilibrio territorial, va a ser imposible vivir.

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El ámbito rural des-con-ta-mi-na, y al hacerlo hace posible la vida en las ciudades. El ámbito rural alimenta la biodiversidad, que es patrimonio de todos, pero que pagan unos pocos. El ámbito rural procura espacios más vivibles, es refugio temporal de millones de personas que residen en la urbe, que es ubre ajada y vaciada de leche regeneradora.

La sociedad y el Estado tienen que entenderlo de una vez: hay que salvar el ámbito rural no porque sí, sí porque sin él, sin un mínimo equilibrio territorial, va a ser imposible vivir. No todos los núcleos van a ser ciudades monstruos, carnaza para enfermedades y pandemias, objetivo de malos belicosos. Es urgente e imprescindible reconducir, al menos en parte, el asentamiento de población. Ojo, en beneficio de todos.

Ya sé, ya sé, que ya está otra vez aquí el cargante del Celedonio con lo de la prima rural. Pues sí, hay que dar un dinero fijo, mensual, por vivir en los pueblos. Pero que nadie entienda que esto es un regalo: es para compensar la falta de servicios y de oportunidades de una parte de la población que paga los mismos impuestos pero recibe menos compensaciones.

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