La Opinión de Zamora

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Al grano

Ya no quedan tontos en los pueblos

Carta a quienes gustan de ordenar la vida de los demás

Tractorada en Zamora en defensa del campo.

Ya no quedan tontos en los pueblos, que lo sepáis, que el tiempo, la marginación y su prima, la alienación, los ha ido evaporando. Ahora, esos a los que todavía llamáis garrulos, pueblerinos, rústicos y, a veces, hasta fascistas, se han dado cuenta de que su trabajo, el que se hace con las manos forradas de durezas, es imprescindible en esta sociedad del trampantojo en la que vivimos, donde reina la meta-ficción, pero en la que hay que comer todos los días y hasta hay guerras que nos despiertan con sus salpicaduras.

Los pueblerinos se han dado cuenta de que sus servicios están mordidos por los privilegios de otros

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Esos que llamáis rurales empiezan a ser conscientes de que pagan impuestos como los demás, pero que no son tratados por el sistema como los demás; que las leyes que rigen sus vidas se aprueban en parlamentos lejanos gracias al voto de hombres y mujeres que residen en los mundos de Yupi. Los garrulos, a los que últimamente les ha dado por manifestarse en Madrid, han descubierto que sus propiedades están hipotecadas por un pensamiento único y adanista que postula que lo que está en la naturaleza es de todos, aunque sean unos pocos quienes lo mantienen.

Dicen que hasta aquí hemos llegado y que quieren lo suyo

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Los pueblerinos se han dado cuenta de que sus servicios están mordidos por los privilegios de otros, que muchas de sus tradiciones y costumbres están siendo criminalizadas por aquellos que propugnan la globalización y la vida “modelna”, vaciada de contenido, unidireccional y acelerada que, si el tiempo no lo remedia, acabará diluyéndose en la mierda de la idiotez.

Esos, los herederos de los tontos de antaño, se han liberado y sacan pecho y dicen que hasta aquí hemos llegado y que quieren lo suyo. O sea, sobre todo respeto y dignidad; que están hasta las narices de que otros le digan lo que está bien y lo que está mal.

Quieren que se les tenga en cuenta, que se les quiera un poquito, quieren poder vivir en paz

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Ah, y también aseguran que ellos no están en contra del progreso, pero que son partidarios de que los cambios vayan a su ritmo, despacio, con sentido común; siempre con respeto, sin prohibir nada, para no dejar a nadie tirado en la cuneta.

Los rurales y todos aquellos que trabajan con las manos, además de con la cabeza, claro, quieren dejar de ser invisibles, quieren que se les tenga en cuenta, que se les quiera un poquito, quieren poder vivir en paz. Son así, se han vuelto tiernos. Es lo que tiene convivir tantos años con el “buenismo” sectario y con quienes pretenden ordenarles sus vidas a coste cero, que todo se pega, menos la hermosura.

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