Presidente, dígale a Sánchez, de verdad, lo que nos pasa. No ande con medias tintas, que cuando te pisan un dedo del pie hay que gritar y maldecir, que si no el dolor se enquista en el alma y trastorna el sentimiento. Dígale en la Conferencia de Presidentes de Salamanca del viernes que Castilla y León necesita un empujón, que no puede seguir así, que nos tiene que echar una mano porque si no esto se hunde. Pero que no pedimos cosas que no nos correspondan. No queremos ser más que nadie en el reparto de los Fondos Europeos, de los 140.000 millones del ala; queremos lo justo, que no se nos ningunee, que estamos hartos, que ya no aguantamos más.

Presidente, dígale a Sánchez que nuestro pesimismo no es porque sí, es porque unos y otros nos tienen aquí, en medio de la nada, abandonados, marginados, comprimidos; hasta el Covid nos ha jodido de verdad. Cataluña, el País Vasco y Madrid se lo están llevando todo y estamos convencidos de que lo que está por venir va a ser peor. Va a haber más que palabras y nosotros ya hace muchos años que nos quedamos mudos.

Presidente, dígale que ya sabemos que no somos la comunidad que más aporta al Estado, que ahora recibimos más que damos, pero que siempre hemos sido generosos con el resto de territorios de España. Desde principios del siglo XX y hasta ahora esta tierra ha dado a los demás lo mejor que tiene, su capital humano más joven. Un dato: en 1900 lo que hoy es Castilla y León tenía muchos más habitantes que Cataluña. Otro: Zamora prácticamente igualaba en población a Vizcaya. Y ahora ya ve lo que pasa, usted lo sabe mejor que nadie.

Presidente, dígale que no nos den porque sí, únicamente que reconozcan nuestros valores. Damos energía eléctrica a toda España, también alimentos; somos un freno ante el cambio climático porque descontaminamos, aportamos más árboles que nadie, prestamos gratis el agua de nuestros ríos y embalses; usted lo sabe mejor que nadie, señor Mañueco.

Presidente, dígale a Sánchez que ya estamos hasta las narices de tanto desprecio, de tanto abandono. No se calle y denuncie la actitud de prepotencia del presidente catalán, que para qué va a venir a Salamanca si negocia él solito con Sánchez. Hartos estamos también de la actitud chulesca de Urkullu, que si sí, que si no. Y háblele, por Dios, de Zamora, que esto es una pena, presidente, una penita.