Andan los agricultores con un ojo en las viesas de cereal y con otro en Bruselas: la cosecha del año pende de un hilo seco que tiembla con el ruido inquietante de las cosechadoras y las de las próximas anualidades se cuece en los despachos. Hay acuerdo provisional sobre la PAC 2021-2027, aunque no se aplicará hasta 2023 tras pasar el filtro de los ministros de Agricultura, Comisión y Parlamento, y posiblemente estará en vigor hasta 2030. La nueva Política Agrícola Común se ha cocinado, como las anteriores, en fogones sin agricultores y ganaderos. Así que, pónganse en lo peor, vendrá con reducciones; exigencia de los nuevos tiempos, de todos los tiempos.

Hay cambio de concepto y de filosofía. Se pasa de pagos compensatorios para justificar unos precios en origen ruinosos a primas para mejorar el medio ambiente y hacer más sostenible el territorio, qué miedo. El modelo “modelno” se basa en los ecoesquemas y en los planes estratégicos nacionales. Todo es consecuencia, dicen, de la lucha contra el cambio climático y el Pacto Verde (¿para cuándo la exigencia al mundo urbano, mayoritario en Europa, de limpiar, de descontaminar, su ámbito?).

Es como si en Bruselas hubieran visto a Dios y algún iluminado hubiera gritado “¡ya está: empezamos a pagar por descontaminar y qué se callen!”. No, no y no. Que el campo no se vuelva a dejar engañar. Resulta inquietante eso de que la nueva PAC va a ser más ambiental y menos productiva, ¡que no llenen Europa de florecillas y vacíen los graneros! Pagar por descontaminar es otra cosa y hay que exigirlo en los despachos y en las calles.

Agricultura y ganadería son claves para la UE como conjunto de estados. Lo de rediseñar la PAC a la medida de cada gobierno va a ser un error. Si así se permite, ya saben lo que espera a la puerta: trabajar más para cobrar lo mismo. Les cuento un secreto: el nuevo modelo de la PAC en España estará vigilado por el Ministerio de Teresa Ribera; uf, qué miedo.

Esta Europa caduca que siembra gatuñas y recoge ruedas de bicicleta pinchadas se pierde en las lindes. No hace más que aprobar reglamentos y directivas que obstaculizan las producciones y encarecen las materias primas y después compra sin medida en países como China donde las exigencias medioambientales se las pasan por el forro de ahí, sí, sí, de eso que ustedes están pensando.