Asaja de Castilla y León considera que ya hay suficientes indicios de que la PAC que llega “no será mejor que la que queda atrás”.

El resumen principal de Asaja es que “con números rojos, la agricultura no puede ser verde”. Europa trata de hacer una política agraria “de postureo, contentando a sectores hoy muy influyentes como el lobby ecologista, pero muchas veces pasando por alto la lógica productiva e incluso los datos científicos”, denuncia la opa.

Así, se consolidarán los ecoesquemas, a los que se vinculará un 25% de las ayudas, aunque los primeros dos años será de un 20% transitoriamente. Este punto, unido a la condicionalidad reforzada, “puede complicar enormemente la labor a las explotaciones agrarias de Castilla y León, que parten de una situación de desventaja por las condiciones del territorio y tienen muy difícil modificar rotaciones de cultivos o reducir insumos, bajando su productividad. También supondrán un enorme escollo para producciones de regadío, como es el caso del maíz”.

Además, se fija un mínimo de retención del 10% de los pagos directos para ser destinado a “pagos redistributivos”, que bajo su apariencia de reparto de “ricos a pobres”, será en realidad “un castigo injusto para las explotaciones profesionales respecto a las que mantienen jubilados o profesionales de otros sectores que poseen las tierras como una mera inversión”.

Igualmente, Bruselas, siempre según Asaja, “ha descafeinado la figura del agricultor genuino”, con lo que se frenan sus expectativas de valorar al profesional respecto al intrusismo, puesto que basta con justificar un 25% de la renta de procedencia agraria, incluso aunque toda sea procedente de subvenciones.

En resumen, “los mimbres que nos ofrece Europa no son buenos para la agricultura profesional, que es la que define a Castilla y León, y existe un riesgo cierto de desandar lo ya andado a favor de la modernización del sector”, lamenta Asaja.