Vuelven hoy los ganaderos zamoranos a dejarse ver por las calles de Zamora. ¿Y por qué lo hacen? Porque el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco para los que van de entendidos) ha alumbrado una estrategia para la conservación y gestión del lobo en España y se ha olvidado de ellos, de los productores de carne y leche, precisamente de quienes dan de comer al cánido salvaje. La fauna silvestre es de todos, es pa-tri-mo-nio nacional, pero quienes la nutren son solo unos pocos, ganaderos y agricultores, y a coste cero para el erario público, que lo que está en el campo es de todos, piensan fuera de micrófono los que mandan.

Antes de seguir escribiendo tengo que pedir perdón porque me he puesto a hacerlo sin tener permiso del Miteco y del padre que lo engendró. Y es que en la estrategia de conservación y gestión lobuna, que acaban de acordar quienes no distinguen las ovejas churras de las castellanas, se quiere también adoctrinar a los periodistas para que hablen con conocimiento de causa de los ataques de lobos y no escriban, por ejemplo, asesinadas no sé cuántas ovejas por cánidos salvajes.

Estuve hace años en un congreso que buscaba realzar la idea de la cohabitación del lobo con la ganadería extensiva, que es posible y así se ha demostrado durante muchos años sin que haya que prohibir la caza controlada y selectiva del cánido como han hecho ahora (sin admitir, por cierto, ni una sola alegación, qué viva la democracia). Pero con lo que allí me encontré, al menos en el debate sobre medios de comunicación, fue con un amplio plantel de proteccionistas que con ganas se quedaron de llamar asesinos a ganaderos y periodistas de provincias, los que informan día a día de los ataques. Desde luego el desprecio era más que evidente.

Eso es lo que ocurre, que la ideología se ha zampado, también en esta cuestión, el sentido común. Y que quienes hacen las leyes se dejan deslumbrar por la filosofía falsamente proteccionista que “venden” los “modelnos” y aprueban normativas que se olvidan de los ganaderos. Así, dentro de nada y no es demagogia, los lobos se van a morir de hambre porque no van a tener ovejitas (qué pena, las luceras no tienen nadie que les escriba) que comer. Ellos, los guais, serán los culpables de la muerte del lobo, que lo sepan.