Que no, que la pandemia no nos va a hacer mejores, sáquense eso de la cabeza. La filosofía de manual de autoayuda, perdón, de sacacuartos, está muy bien si tenemos repleta la despensa, si no es un brindis al sol, un llenar la bucheta de “adelantados” y listillos. De la pandemia vamos a salir, cuando sea y quien sea, peores, más desnudos, más con el colmillo afilado. Las situaciones límite siempre han sido campo abonado para los lobos, como ahora. Los periodos “kiss” son cosa de “buenismo” y filigrana sentimental: encierras a diez humanos diez días en una habitación con diez panes y cuando abras solo quedarán tres, o menos, ¿panes o humanos? Pues eso.

Miserable es que haya habido cientos – si no son miles- de personas en España que se hayan vacunado sin que les correspondiera y que hayan dado explicaciones peregrinas para salvar su culo, salvo la alcaldesa de Molina de Segura (Murcia) que tiene un motivo comprensible y que es uno de los pocos cargos públicos que ha dimitido. ¿Qué hubiera ocurrido si hubieran pasado unos meses sin hacerse público este trasiego inmoral? ¿Cuántos se hubieran vacunado saltándose el protocolo?

Miserable es que los políticos, dependiendo de si los jetas son de su partido o no, se lancen a degüello al cuello del enemigo o comprendan determinadas situaciones. Ya estamos hartos de esos ataques de dignidad cuando los que meten la pata son los otros. Coherencia, empatía y honestidad, ¿pero es tan difícil cumplir con este catón?

Miserable es que la fortuna de los 10 hombres más ricos del mundo haya aumentado en los últimos doce meses en más de medio billón de dólares, mientras millones y millones de personas hayan caído en la miseria más absoluta. Miserable es que el 1% de los humanos del planeta posea tanta riqueza como el 99% de los restantes (datos de Oxfam Intermón).

Miserable es que la farmacéutica AstraZeneca, al parecer, haya revendido dosis a terceros países o al mejor postor, mermando los envíos ya comprometidos, según denuncia la UE. Miserable es que, seguramente, nos vayamos a vacunar todos los ciudadanos de los países desarrollados y solo unos pocos –los pudientes- de decenas de naciones del mundo por falta de medios.

Miserable es…