Nunca, al menos en las últimas tres décadas, habíamos vivido una situación general tan afilada, tan al borde de que todo vuele por los aires; o eso parece. Abran los periódicos, escuchen la radio, miren la televisión, entren en redes sociales. Da la impresión de que quedan segundos para el pumba, de que alguien ha tirado de la espoleta de una granada y ha gritado segundos fuera.

Es como si todo se fuera a desarmar: crisis en las altas instituciones del Estado, con el Gobierno maniatando (impedir la presidencia al Rey del acto de entrega de despachos a los nuevos jueces en Barcelona es eso) a la monarquía para, o así lo ha dicho alguien, protegerla de un supuesto ataque en Cataluña (¿pero es que el Estado no puede garantizar la seguridad de su jefe?); Torra, inhabilitado por un quítame allá esas banderas, ¡con las que ha armado este personaje tan malsano para su país como para España!; la Kitchen vomitando ventosidades sobre el PP, la Corona..., todo Cristo; ¿pero el Villarejo este tiene cuerpo o es pura mierda?¿O es que somos todos pura mierda? Madrid y Moncloa tirándose los muertos y los enfermos a la cabeza, ¿pero es que se puede caer más bajo!

En medio de este magma de bilis la covid redobla sus ataques por la retaguardia y ya ha abierto un agujero por el que hace aguas la economía y ha puesto los sentimientos del país a los pies de los caballos, ¿cómo es posible que estemos en lo más alto de los índices más negativos de la pandemia? Tan desastre somos. Empieza el miedo a correr por las alcantarillas y eso es peligroso porque debajo siempre hay inquina, venganza, la supervivencia ponzoñosa de las cucarachas.

Antes de que llegue la vacuna contra la pandemia necesitamos que nos apliquen una inyección de optimismo por su sitio, si no va a ser difícil que aguantemos tanta toxicidad a nuestro alrededor, ¿pero es que no puede haber una rebelión de la sociedad civil? Desde ya, y para tranquilizarnos, que nos den tres grageas de optimismo al día. Y aquí en Zamora, cuando se aprueben los presupuestos generales con apoyo independentista, doble ración. Ya verán, ya verán, qué risa, tía Luisa.