Como un pinchazo en el bajo vientre. La noticia del incendio en las instalaciones de Cobadu (acrónimo de Cooperativa Bajo Duero, que sí, que se acentúa) nos reventó la noche del pasado domingo: No, Cobadu no, por Dios. Y sentados, cabeza gacha, sobre el pretil de la madrugada nos mordió la angustia y esa sensación de impotencia que alumbra siempre el fuego. Uno, que no puede por menos, echó cuentas: la peor hora para un incendio en una noche ventosa, despeinada y desabrida del bajo y decadente septiembre. Pensó mal, pero parece que no, que todo puede haber sido un maldito accidente.

No quiero ni imaginar lo que habría sido para el corpus emocional de esta provincia, ajada y dolorida, que las llamas se hubieran cebado con el corazón de las instalaciones de la cooperativa, ese que bombea cada día, ¡cada día!, dos millones de kilos de pienso. Si la espiga reventona de Cobadu hubiera devenido en farfolla humeante en un santiamén, Zamora hubiera sacado a relucir el cartel más negro: cerrada por las cabronadas del destino.

Cobadu es el símbolo más visible de buena esperanza para esta provincia. Es un proyecto vivo y creciente, ¡creciente en territorio menguante! Es esa bandera de la que presumimos dentro y fuera y a pesar de ese ramillete de enemigos, que también tiene, cómo no, qué siempre hubo quien tiraba de las canilleras al general triunfante en los desfiles por Roma para advertirle sobre su finitud y mortalidad, la cooperativa que nació hace 41 años es la locomotora de Zamora y un referente nacional.

Cobadu no se va a parar ni a marear por el humo. Ya lo demostró el lunes, sacando al mercado la ración diaria de pienso. Y este año volverá su facturación a superar los 300 millones de euros y a crecer como no lo ha hecho ninguna cooperativa en España en la última década. ¡Lástima que no haya más Cobadús en otros sectores productivos de la provincia¡ Aunque todavía no es tarde: los ejemplos están para seguirlos y la Cooperativa Bajo Duero es el más visible.

P. D. Las desgracias siempre despiertan conciencias. El fuego ha demostrado la fuerza de Cobadu y la sensibilidad de la sociedad zamorana. Que las instituciones estén a la altura. Si no lo hacen, nunca se lo perdonaremos.