Aquí estoy escribiéndote..., por si algún día... Nunca pensé que tuviéramos que vivir esto. Sí que recuerdo los "cuentos" de mi madre, ya mayor, cuando nos hablaba de la gripe del dieciocho, pero nunca le hacíamos caso: eso ya no se va a repetir, madre, le decíamos. Pero ya ves, tantos adelantos, tanto Internet, pero viene un virus de mierda y manda parar. Estoy asustado y desde hace semanas tengo aquí, abajo, en la barriga, un no sé qué, como un globo que oprime todas las vísceras, debe ser el miedo, ya ves, tu abuelo miedoso, ¡quién lo diría! Tú sabes que nací en el 36, ocho días antes de la rebelión militar, y pasé a puro huevo toda la posguerra, ¡anda que no sudamos la pelleja! Nos quedamos sin nada cuando murió tu bisabuelo, pero rompimos con todo a base de echarle eso, muchos cataplines. Maldecíamos al sol cuando se metía, queríamos seguir y seguir entre el bálago, segando, acarreando, trillando, el caso era asegurar el pan de todo el año. Tu abuela, ¡qué mujer!, pero ahora es diferente: soy mayor, estoy cansado, me duele por aquí y por allá y aunque me hago el valiente, no estoy bien. Estoy acojonado y las noches me las paso dándole vueltas a la cabeza y por el día, es peor, viendo la tele. Ayer escuché que no sé dónde no quieren ingresar a pacientes con mal pronóstico, y que hay cadáveres acumulados sin saber muy bien qué hacer con ellos. ¡Leches, que es muy fuerte! Y el lunes antes de que llegaras a la puerta y me dejaras la comida oí como hablabas con Teresa, que estaba en la ventana. Qué se ha muerto Jenaro, cojones, que es quinto mío y mi amigo y que no puedo ir a despedirme. No sé qué está pasando, todo esto es muy gordo y lo peor es que los políticos son incapaces de resolver nada, ahora es cuando se necesitaría tener las cosas claras; pues no, esto es el caos. Espero que tu madre y tu padre estén bien en Valladolid. Ya sé, ya sé, que si están malos no me lo vais a decir. Y tu tío y tu tía..., cada uno viviendo en un piso en Baracaldo. Qué os quedéis en casa, sí, ¿y qué? Aquí estamos, esperando. Nunca pensé que vivir solo fuera tan duro: salgo al corral, entro en casa, así varias veces, hasta que no puedo con las piernas. Y a las ocho y media oigo tocar los cencerros, eso ha sido buena idea, te hace recordar. Bueno que sepas que te quiero y que eres mi nieta preferida, me gustaría abrazarte y besarte, cuídate y sé feliz.