Nunca es tarde para apagar la luz ni para encender la esperanza. Ocurrió el domingo, en Bermillo de Sayago. La asociación cultural La Mayuela -un colectivo que busca redimirse insuflando oxígeno en vena al ámbito rural a base de cultura e ilusión- convocó un acto público, un debate o algo así, para buscar salidas a la despoblación, a la falta de ser, que sufre Zamora y toda la España de interior, la jodida, la que ganó la guerra incivil de Franco y ahora la ha perdido mil veces (tantas como la han ganado los derrotados, que le pregunten si no al País Vasco y a Cataluña). En ese marco ocurrió un pequeño milagro. O a mi me lo pareció.

Hay esperanza, hay gentes todavía que creen que aún es tiempo de repicar campanas, de cambiar el sentido de la carretera con una rotonda que habilite la última salida hacia una vía que lleve de vuelta a ese ámbito que se tiende a la intemperie herido de muerte. En el corazón doliente de Sayago se dijo que Zamora y todas las Zamoras no morirán si no lo quieren los zamoranos. Quienes viven en esta tierra -hoy seca y ahíta de árnica- tienen la última palabra, al margen de políticos y gobernanzas múltiples, que andan confusos y en otras contiendas.

Si hay desarrollo hay futuro. Y el desarrollo se demuestra andando y haciendo. En el teatro municipal de Bermillo se airearon varios proyectos que no son, que no tienen que ser, amapolas solitarias. Un pueblo de la comarca sayaguesa tiene ya varias naves de ganado dispuestas para que vengan trabajadores de fuera a explotarlas. También se dijo que cientos de venezolanos quieren cultivar la tierra en esta provincia y que ya existe un proyecto formal para hacerlo. No son sueños, son iniciativas que ya están ahí, al aire.

También se supo en el encuentro que una plataforma de gentes concienciadas prepara el nacimiento de una partido político en defensa de la España vaciada o jodida. Nunca es tarde para apagar la luz ni para encender la esperanza.