Pones la oreja y lo escuchas por las calles: los políticos no hacen bien su trabajo. Son incapaces de ponerse de acuerdo y de interpretar los deseos de los ciudadanos; cuando consiguen pactos son tan estrambóticos -y discutibles- como el que ha llevado a Ciudadanos, con un solo diputado, a presidir la Diputación de Zamora por el miedo del PP a perder su finca particular, su Acrópolis más reluciente, el Partenón de sus dioses y de sus intereses. Y lo otro, lo que está ocurriendo en Madrid, clama al cielo de la iniquidad. Sánchez empeñado en comprometer en el pleno de investidura la abstención de Ciudadanos y PP (sería necesaria la de los dos) a cambio de nada: vosotros miráis para otro lado y yo, presidente; y si no, ya sabéis, me apoyo en los independentistas, las mareas y lo que haga falta, o nuevas elecciones; y si esto ocurre recordad lo que pasó con Mariano, que sacó más votos. ¿Pero tan difícil es lograr un acuerdo de los partidos constitucionalistas? Nunca ha sido tan necesario como ahora. Ni tan siquiera hace falta que sea un acuerdo de gobierno, solo de intereses, por España, sí, sí, porque todo lo que se ha construido en esta país durante siglos no se vaya al carajo de los reinos de Taifas, un pacto para cambiar la Constitución, para definir lo que queremos que sea este país en el siglo XXI, ¿es tan difícil? Resulta imprescindible reconducir el rumbo de un estado que se está desmembrando y que está al borde de la ruptura territorial, y no solo por las tensiones independentistas, también porque la carcoma está consumiendo su interior. La España Vacía es la España que se jodió en el franquismo (que lo sepa Vargas Llosa), cuando el régimen invirtió en las provincias que más perdieron la guerra civil, en un intento -fallido a todas luces- de colonizarlas para la ¿causa? con emigrantes de la España de las provincias que menos perdieron la contienda nacional. Si no hay pacto constitucionalista, o acuerdo o lo que sea, la España jodida se convertirá en una reserva verde de Europa. Ni verde, marrón. O peor, negra. Como el hollín.