Las concentraciones y manifestaciones reivindicativas en la calle solo sirven a los intereses de quienes participan en ellas si dejan poso y cambian, al menos en parte, las condiciones iniciales que llevaron a convocar la protesta. La Revuelta de la España Vaciada, anunciada para el próximo domingo en Madrid, solo cumplirá su objetivo de visibilizar el problema más serio que tiene el país, el de la desorganización territorial, si tiene un impacto mediático nacional importante y abre un debate en todos los niveles. Estamos en precampaña electoral y hay que aprovecharlo.

El lema de la manifestación debería ser "La España abandonada no vota, el sistema la olvida, pues también ella al sistema". Se acabó el tiempo de poner sordina a las quejas, el clamor tiene que calar e ir contra los máximos culpables de la situación, los políticos. Si no hay compromisos serios, si no se abre un debate nacional sobre la España hueca, no hay votos. Es el momento de lanzar el órdago y esperar reacciones.

Los políticos no se van a bajar de la burra si no ven amenazados sus intereses particulares. La ciudadanía tiene que ir por delante y marcar la hoja de ruta. Basta ya de ir a remolque de gerifaltes que no ven más allá de sus garras. La España interior, la rural, la que siempre ha defendido el concepto de nación tiene que dar un puñetazo en la mesa y reivindicarse.

Ya no valen complejos. Tampoco frente al independentismo catalán y el nacionalismo vasco: hay que exigir el pago de esa "deuda histórica" de la que nadie quiere hablar. No hay que olvidar que la España Vaciada es consecuencia de la fuga de capital humano causada por una política estatal, que inició el franquismo, de inversiones focalizadas y "politizadas". La España Vaciada nunca ha tenido gobernantes, solo gobernadores.