Andan mis colegas de la ceca a la meca. Cómo si no hubiera un mañana. De presentación política en presentación política y tiro porque me toca. Qué fiebre, por Dios, cómo si todos los zamoranos fueran candidatos a los comicios (los cuatro que se nos vienen encima, fruto de esta primavera que ya tiene la patita fuera y que va a ser inolvidable). Y los que no se presentan se esconden bajo llave para que los jefes de fila no vayan a proponérselo, que todavía hay huecos sin cubrir. Qué cansancio, por Dios, ¡pobres y sufridos periodistas! La única buena noticia política sería la que nunca va a venir, la de un pacto de los partidos constitucionalistas. Los egos no dejan ver la realidad.

Pero oye, increíble, que he salido a la calle y he visto gente que no anda metida en lo de las elecciones. Aquí, a la vera de casa, están los albañiles rehabilitando una fachada, uno, por cierto, contaba a otro lo de esa señora de rojo que grita mucho en los partidos de fútbol de su hijo; oigo otra conversación en la calle: casi ocho bajo cero en Sanabria, uf; en mi pueblo, me cuentan, que los agricultores tienen tortícolis de tanto mirar al cielo, no llueve y ya empieza a ser un castigo; me llegan los ecos de que Zamora 10 anda de balance por lo del Centro Lácteo, el primer logro, ¡qué haya suerte!; Javier (Gómez Pascual) se recupera de la cogida en Valencia, qué fea, pero al de Guarrate le sobran arrestos, ¡ánimo!; en la quinta del Virgen de la Concha siguen a lo suyo, a atender -y muy bien- a quien lo necesita; la ciudad respira como siempre: cansada, pero ahí está, como si nada pasara, intentas aparcar en la zona de La Vaguada y es imposible, y eso que dicen que aquí no hay distancias. Maldices?

La vida, quién lo podría pensar, sigue a pesar de esta precampaña electoral eterna. Se oyen ya los preparativos de Semana Santa, ya no queda nada. Este año sí que la Pasión va a ser un descanso, el intermedio de la película.