¿A quién votar? La pregunta surge de abajo y es trasversal -qué palabra más manoseada en estos tiempos, verdad-, no tiene filiación, se escucha en los hogares, en los bares, en los trabajos. Las encuestas, también la del CIS, reconocen que los que no lo tienen claro son mayoría, ganarían las elecciones por encima de cualquier otro partido político, incluido el emergente PSOE-Sánchez. Paradojas de la vida: el confusionismo político ha tomado la calle en estos tiempos donde lo único que se escucha son consignas electorales. Los políticos no son capaces de hacer creíbles sus propuestas, están enfangados en la mediocridad, que diría una amiga y compañera de oficio.

¿A quién votar en Zamora? A quien usted crea, claro, pero aquí van mis consejos por si valen y que podrían ser los del porquero de Agamenón. Hay que apoyar a las formaciones que, de verdad, entiendan que la provincia está en las últimas y necesita, a la desesperada, cambiar de ritmo, mirar de frente. No necesitamos paños calientes, sí iniciativas creíbles, inversiones, planes de desarrollo, ilusión basada en propuestas realistas, queremos futuro para que nuestros hijos y nietos se queden aquí, donde nacieron sus abuelos. Esta tierra tiene potencialidades, no tiene por qué convertirse en un erial humano. Si es así, nosotros, todos, seremos responsables.

Se está acabando el tiempo y tenemos que votar a quien sea capaz de romper la dinámica en la que estamos metidos, la de la depresión y la caída libre. Pero que no nos engañen más, exijamos que las propuestas electorales no sean humo y que quien las plantee, las cumpla. ¿Cómo? Pues mire, además de poner la nariz, llevar los programas electorales ante notario no sería mala idea. Hay que acabar con los políticos fulleros.