Soy cazador, soy pescador, soy amante de la tauromaquia, defiendo el ámbito rural, donde tengo una pequeña propiedad con cepas y árboles?, y me siento perseguido por el sistema. Miro a los caminos con miedo en busca de un coche de la Guardia Civil, del servicio medioambiental de la Junta cuando corto dos ramas de un nogal que ya fue de mi padre, de mi abuela, cuando quemo los restos de poda de un viñedo, cuando arranco el musgo que aprisiona un ciprés... Me siento perseguido por el sistema. El Superior de Justicia de Castilla y León acaba de prohibir la práctica cinegética alegando no sé qué deficiencias en los informes de la ley de la Junta. Cualquier día prohibirán los festejos taurinos por maltrato, las labores agrarias por contaminantes; pasear por los caminos por espantar animales? Yo que sé, lo que quieran. Ellos hacen las leyes y las interpretan.

Ni yo ni los que viven en el ámbito rural hemos pedido nunca que se prohíba tener mascotas en los pisos de las ciudades ni que se cierren las grandes urbes por contaminantes, por insalubres, por ser las responsables de la destrucción del medio ambiente; no hemos pedido cuentas por contaminar nuestros ríos, donde, por cierto, nosotros no podemos limpiar los útiles de labor; no hemos demandado responsabilidades por dejar vacíos nuestros pueblos debido a que las inversiones, con dinero también nuestro, se hacen en las ciudades, en territorios que ahora quieren independizarse y dejarnos tirados a la intemperie; no exigimos indemnizaciones ni por una décima parte de los daños que causa la fauna salvaje, que es patrimonio público y a la que solo nosotros mantenemos. ¿Quién paga la deuda histórica por tanto capital humano que hemos perdido? Nos sentimos perseguidos por el sistema.

Por eso nos reímos (y nos cabreamos) cuando dicen que se buscan soluciones para el ámbito rural, para la España vacía. Mentira. Solo están reuniendo dinero para pagar el entierro.

(Dedicado a mi amigo Chany Sebastián)