No está esta tierra, vivero de soldados, curas y funcionarios, sobrada de líderes. Somos más dados a obedecer que a mandar, más agua de arroyo agosteño y mesetario que de río de montaña pinturero y saltarín. Modesto Alonso Pelayo era un líder agrario, un "echao palante", que le cantaba las cuarenta a cualquiera. Se acaba de ir cuando ya llevaba años desaparecido. El tiempo no tiene sensibilidad e iguala montes y valles en el olvido.

"Si estos son comunistas, yo también, me voy con ellos porque defienden lo que yo defiendo". La frase, dicha hoy, no tiene ninguna significación especial. Pero afilada y remarcada en medio de una asamblea del Grupo Remolachero -sindicato vertical- en 1974, cuando todavía vivía el dictador Franco y su régimen estaba aureolado de tentáculos, tenía su aquel y su riesgo, claro. La espetó Modesto Alonso en medio de la reunión y se armó la marimorena. Los comunistas, claro, no lo eran, eran simples cultivadores de remolacha que querían vivir de su oficio, como el coresino que, a raíz de ese gesto, engatusó a los de abajo y a los de arriba, se hizo político y contó con nómina oficial durante muchos años sin perder nunca el contacto con los de abajo, que tiene mérito en tiempos de metamorfosis.

Sindicalista agrario y político, hombre de pueblo pegado a la tierra desde la raíz, el de Coreses tenía fama de no dejarse domeñar por las cúpulas de los partidos. Diputado en las Cortes Constituyentes por la UCD, procurador en Cortes, secretario provincial del PP..., hombre inquieto y comprometido, no se le conoce lado oscuro ni caso de corrupción al uso, lo que lo eleva por encima de la mayoría de representantes públicos.

Orador incandescente, lleno de planes eternos para Zamora, hace un tiempo me llamó para pedirme que el periódico organizara un debate entre él y Pablo Iglesias: "Se va a enterar, se va a enterar ese niñato...". Se ha muerto y se lleva con él un tiempo en el que el campo y el ámbito rural sacaron la patita. Hoy son invisibles.