Oye, qué cuánto cuesta establecerse en el campo, hacerse agricultor?". La pregunta me pilló así, de sopetón, no la entendí: "¿Queeé...?". Mi amigo de ciudad intentó explicarse: "Sí, hombre, que mi hijo quiere irse al campo a trabajar, hacerse autónomo, que como no deja de escuchar que es necesario el relevo generacional en el sector agrario, pues que se le ha metido esa idea en la cabeza... Pasa de ir a la universidad y, eso, que está obsesionado con marcharse al pueblo de los abuelos, a cultivar la tierra". Ahora sí comprendí. Y sonreí. "¿Pero tenéis allí terreno, campos de labor?". "No, qué va, ya nada; vendimos todo hace años, por eso quiere saber lo que le costaría ahora montar una explotación rentable". "¿Pero tu hijo sabe algo de eso, de lo que es el secano, el regadío?". "No, pero le han dicho que es fácil, que se aprende rápido... Los políticos aseguran que hay muchas ayudas, ahora también de la UE, apoyos a la despoblación, oye, que está empeñado y yo, claro, con tal de que haga algo, no me importaría poner ahí un dinero..., ¿pero cuánto cuesta de verdad?". Echo cálculos: "Mira, así por encima, necesitará un tractor, remolque, aperos..., unos cien mil euros... Después, claro, hay que tener hacienda, tierras. Ponle 50 hectáreas de secano..., cerca de 300.000 euros; unas cinco de regadío..., otros 50.000 euros... Y si ya quiere meter algo de ganado, pues eso, una nave, depende de la capacidad que quiera, pues...". "Para, para, me basta, no sigas, no... Eso es una barbaridad, ¿y todavía esperan que alguien se vaya a trabajar al campo? Ni Dios. Ya se lo que le voy a proponer a mi hijo: alquilamos un local, que hay muchas opciones y que monte un bar aquí, en la ciudad, o yo que sé, una tienda de lo que sea. ¿Al campo? Ni se le ocurra". Ya no quise decirle que allí la banda ancha es más estrecha que el hondón de una aguja, que el médico presta servicio a varios pueblos, que la fauna salvaje come gratis, que el pueblo no tiene ni bar ni tienda, que quedan cinco de menos de 30 años....