Castilla y León ha pasado de ser a principios de la década primer productor nacional de maíz a reducir su superficie de siembra en las últimas campañas. Esto ha ocurrido, entre otras cosas, por la bajada del rendimiento del cultivo debido a las lluvias que han retrasado la siembra en las últimas campañas. El maíz es un cultivo en retroceso en Castilla y León y en España: el agricultor profesional busca rentabilidad y la cotización en las lonjas de este cereal es cada vez menor, incluso por debajo de la consideración de viabilidad para algunos agricultores.

Para conseguir campañas más sostenibles, es necesario tener en cuenta, sobre todo en años con escasez de agua, la máxima optimización del riego, y prestar atención a los ciclos, las fechas de siembra y el marco de plantación. Por ejemplo, en la campaña actual, los agricultores se han encontrado con una baja reserva de agua en los pantanos de la zona castellana.

El agua en el cultivo del maíz

El maíz es uno de los cultivos que más necesidades hídricas presenta, por lo que podemos inferir que este año será complicado para los profesionales que se hayan decantado por este cultivo. Sin embargo, y pese a las necesidades de agua que el maíz presenta, es una de las plantas más eficientes respecto a su uso: para producir un kilo de maíz se necesitan unos 350 litros, en sus variedades más eficientes.

Además, es una de las especies cultivadas en España que más CO2 fija. También es muy eficiente en sus rendimientos, ya que obtiene más cantidad de materia seca (condición en la que se comercia el maíz) que otras especies cultivadas, en menos tiempo de cultivo.

Nuevas variedades más resistentes

Existen nuevos híbridos de maíz que mejoran la cosecha en campañas con limitaciones de agua. Estos híbridos reducen las pérdidas de agua por transpiración de la planta, pero mantienen la fotosíntesis.

Es también importante tener en cuenta la elección de ciclos más cortos para mejorar el ahorro de agua, lo que puede traducirse en una mejor rentabilidad de la cosecha. Elegir además siembras tempranas pueden ayudar a que la cosecha precise de menos riegos, aunque existe el peligro de sufrir heladas o problemas por encharcamiento. Una siembra densa también ayudará a conservar la humedad, pero hará más probable la aparición de hongos.

Los momentos críticos

La planta del maíz no sufre estrés hídrico en los primeros estadios, pero a partir de la segunda fase y hasta la floración, este estrés puede ser determinante en el rendimiento de la campaña. Pero, sin duda, el momento más delicado para el éxito o no de la campaña se encuentra en la ventana entre la polinización y la fecundación: la merma del rendimiento puede llegar a ser del 100%.

Prácticamente el 45% de la necesidad hídrica total de la planta durante la campaña se concentra entre la floración y el periodo inmediatamente posterior. En total, poco más de un mes. Después, la falta de agua tendrá una influencia decreciente a medida que el grano madure.

Para mejorar el aprovechamiento de los recursos hídricos, se debe prestar atención al control de las malas hierbas, minimizar la evaporación y el incremento de la infiltración, mejorar la densidad y distribución de la siembra, y utilizar los sistemas de riego más eficientes.

Los problemas de la campaña actual

Si algo no podían esperar los agricultores de la zona es la previsión de cortes de agua que pueden presentarse en esta campaña. Las fechas en las que se espera mayor estrés hídrico estarán en torno a mitades de julio, y todo indica que habrá zonas de Castilla y León que sufrirán estos cortes de suministro.

Además, las heladas tardías que se produjeron a finales de abril hicieron temer por la cosecha, pero, por suerte, a aquellos que todavía tenían su maíz bajo tierra no les afectó demasiado. Sin embargo, la superficie de tierra cultivada sigue decreciendo respecto a años anteriores: en los últimos cuatro años se ha perdido un 23% del terreno dedicado al cereal. Las causas son principalmente relacionadas con la climatología: fuertes lluvias que en años anteriores obligaron a cambiar el cultivo, y fuerte sequía en esta campaña que no asegura un correcto desarrollo de la campaña en curso.

El descenso del terreno cultivado con maíz también se ha incentivado debido a las nuevas directivas de la PAC, que fijaba en 2015 con un máximo del 75% el terreno que se puede dedicar a un solo tipo de plantación. Esto acabó con el monocultivo no solo del maíz, sino de otros cereales.

Por último, el descenso continuado de los precios del maíz no ha cesado de desincentivar la siembra de maíz para ser sustituida por otros cultivos más lucrativos.

Cultivos alternativos

Muchos agricultores han sustituido sus cultivos de maíz por otros que toleran mejor el estrés hídrico o cuyos rendimientos sean más rentables. Uno de los cultivos que los profesionales castellanoleoneses han planteado para esta campaña es el girasol, que soporta mejor las demoras en los riegos.

El girasol es uno de los cultivos que más tarde se siembra, por lo que esperar para saber si será el cultivo finalmente escogido deja a los agricultores sin alternativa en caso de que las condiciones no sean favorables. Sería un año en blanco, con sus tierras en barbecho. La falta de lluvia en los últimos meses no solo afecta al cultivo del maíz. Sin embargo, las previsiones en los precios son buenas, por lo que muchos agricultores han escogido esta opción, sobre todo este año, que en la ventana de siembra han llegado las lluvias.

La colza, también capaz de aguantar buenos periodos de estrés hídrico, este año se ha visto afectada por las heladas comentadas anteriormente. Este año será un cultivo muy rentable, por lo que no hay que perderlo de vista de cara a futuras campañas. Sin embargo, también se ha visto en dificultades debido a la falta de precipitaciones.

El sorgo también es una alternativa que resiste mejor la sequía, además de las altas temperaturas y los vientos fuertes. Su siembra es posterior a la del maíz, entre dos semanas y un mes después, pero sus rendimientos son inferiores a los del maíz. El sorgo está siendo presentado como alternativa y complemento de cara a diversificar cultivos.

Otras alternativas para zonas de regadío son la remolacha, las alubias o la soja, cada uno con sus necesidades y particularidades en cuanto a terreno, abono y necesidades hídricas.