El sector de la agricultura y la ganadería son estratégicos en la economía española. Pero dependen de variables tan impredecibles como el clima, tan azaroso y cambiante de un año a otro, o las plagas, que pueden acabar con una buena cosecha en cuestión de días. El problema del sector agropecuario es que la producción está en riesgo hasta el final: hasta que se recolecta y pasa a manos de los intermediarios. Cualquier persona que haya visto el trabajo de un año echarse a perder por cualquier imprevisto sabe de lo que hablamos.

Por eso, pese a no ser obligatorio, la contratación de un seguro agropecuario puede ser una ayuda en caso de siniestro en un sector expuesto a riesgos importantes y que es fundamental para nuestra economía. Los seguros son una herramienta que protege a los agricultores y ganaderos contra esas inciertas circunstancias que pueden causar pérdidas en sus explotaciones. Un mal año de cosecha nos afecta a todos: conlleva más importaciones y precios más altos.

Los seguros agropecuarios pueden resguardar a los agricultores frente a las pérdidas ocasionadas, e indemnizarles de forma equivalente a las ganancias que el profesional fuera a conseguir con la venta de su producto. Esto permite que el agricultor pueda hacer frente a las inversiones en material fitosanitario, semillas y herramientas necesario para la siguiente campaña, y poder mantenerse sin irse a la ruina.

Para particulares y empresarios

Estos seguros pueden contratarlos todos aquellos ganaderos y agricultores (cada uno en su modalidad), no siendo necesario que realicen actividades comerciales con el producto, es decir, que aquellos que practiquen ganadería y agricultura para su uso personal también pueden contratar un seguro agropecuario.

Además, este tipo de seguros están subvencionados por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, a través de la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA), que cubre parte del precio del seguro.

También existen subvenciones a nivel de Comunidad Autónoma: en Castilla y León se impulsa una política de seguros agrarios para reducir riesgos y proteger la renta de los agricultores, con el fin de promover la rentabilidad de las explotaciones y animar a invertir y trabajar en actividades agrarias. Se circunscriben a agricultores profesionales y a algunos tipos de cultivos y condiciones, es decir, no están disponibles para todos los agricultores; pero pueden significar que el seguro termine saliendo gratis.

¿Qué seguro escoger?

A la hora de escoger un tipo de seguro, hay que tener en cuenta las coberturas que realiza e intentar que sean lo más completas posible, por el carácter de riesgo que conlleva este tipo de actividad. Las coberturas principales de los seguros de estas características son las que cubren factores meteorológicos en el caso de los seguros agrarios, y las pérdidas debidas a enfermedades o muertes de animales, en caso de los ganaderos.

Teniendo esto en cuenta, existen varios tipos de seguros agropecuarios, dependiendo de las coberturas que realice:

  • Seguros de rendimiento: ante condiciones climatológicas adversas que no pueden controlarse, como heladas o sequías, cubren los rendimientos perdidos. También cubre las pérdidas que sufre el agricultor en caso de tener que paralizar su actividad durante un tiempo.
  • Seguros integrales: en este caso, se cubren los fenómenos climatológicos o de otra naturaleza que no pueden ser previstos, como incendios, granizo, sequía, heladas€
  • Seguros pecuarios: pensado para ganaderos, garantizan la compensación de daños debidos a condiciones climáticas o de otra naturaleza, las pérdidas por enfermedad o accidente de los animales, su sacrificio obligatorio y gastos derivados, y daños por sequía de los pastos.
  • Seguros agrarios combinados: en este caso, las coberturas dependen de la ubicación de la explotación agraria, las especies cultivadas€ Incendios, gota fría, lluvia, nieve, viento y otros fenómenos son algunos de los cubiertos por este tipo de seguro.

Cuando elegimos un seguro, es necesario revisar que este incluya coberturas contra robo e incendio, dos de los siniestros que más perdidas pueden ocasionar. Además, es conveniente revisar las coberturas del seguro referidas a responsabilidad civil.

No existen muchos riesgos de que una explotación agraria dañe a terceras personas - puede ser más posible en caso de una explotación ganadera -, pero las cuantías a pagar en estos casos suelen ser elevadas. Entre algunos de los supuestos se cuentan la posibilidad de que alguien consuma un producto en mal estado procedente de nuestra explotación o que algún trabajador sufra un accidente durante su jornada laboral. En este último supuesto, tenemos que comprobar que nuestro seguro cubra la llamada "responsabilidad civil patronal".

Al calcular el importe de la indemnización, el agricultor o ganadero debe tener en cuenta sus necesidades. Este cálculo se realiza en base al volumen de los cultivos o el número de cabezas de ganado, y los rendimientos que producen.

En caso de tener que usarlo

Cuando una explotación agraria se ve arruinada por las condiciones climatológicas o de otra índole, la compañía aseguradora debe hacerse cargo de la situación. En primer lugar, registrará las causas que han provocado el incidente, para ver si coinciden con alguna de las cubiertas por el seguro. Posteriormente, se debe valorar el potencial de las pérdidas que los profesionales han registrado. En este conteo no solo se tiene en cuenta el precio de los productos perdidos, sino la ganancia estimada que pensaba sacarse de estos. Es decir, no solo se recupera el valor del producto, también el "sueldo" del agricultor.

Una vez hecho el cálculo, debe aplicarse el porcentaje del asegurado, ya que no siempre se selecciona el 100% -a más porcentaje, más caro el seguro-. Lo habitual es escoger entre un 70 y 90% de lo asegurado. Una vez calculada la indemnización, la aseguradora reintegra el importe al asegurado.

Si hablamos de daños referidos a responsabilidad civil - es decir, a terceras personas -, es necesario tener en cuenta la protección jurídica del asegurado. Lo habitual es que las pólizas agropecuarias incluyan un apartado referido a este supuesto y que, en caso de denuncia, la compañía ponga en marcha la cobertura.

Algunas compañías disponen de abogados propios; otras, costean los gastos de un abogado y los costes del juicio. Las compañías, hasta cierta cantidad, especificada en la póliza, se ocupan de abonar las indemnizaciones pertinentes y, en los casos más graves, la fianza en caso de que se decrete prisión preventiva.

Pero la mejor manera de tener un seguro agropecuario es no tener que usarlo. Es la esperanza que todos tenemos cuando contratamos un seguro.