Desde hace años constituye un camino de esperanza para el sector agrario provincial, especialmente para el de la zona noroeste, pero la falta de financiación por la importante inversión económica necesaria hace que aún no haya pasado del papel a la realidad.

La planta de bioetanol proyectada en Barcial del Barco se erige como un ambicioso proyecto que apuesta por la innovación y encardina con valores al alza en la agricultura como la sostenibilidad o la sustitución de energías fósiles por biocombustibles. De ahí que entorno a la iniciativa que ha impulsado la sociedad Magdala se hayan configurado una serie de apoyos que, entre otros, han llegado por parte del sector agroganadero. De hecho, las sinergías de este proyecto con la agricultura y la ganadería provincial son obvias y directas. Los cultivos agrícolas servirían para abastecer la planta mientras que la producción de piensos que se elaborarían en ella se destinarían en parte a alimentar la ganadería provincial. A priori todos ganan en el sector agroganadero con este proyecto, ya que los agricultores encontrarían una puerta más de viabilidad en sus cultivos y los ganaderos se verían favorecidos por el abaratamiento de costes de producción que supondría contar con piensos más baratos ya que en el proceso de transformación existen otros aprovechamientos como el de los biocombustibles. Las cifras iniciales aportadas por los promotores de la planta de bioetanol de Barcial del Barco, que representa un ejemplo de innovación en la transformación agraria, indican que el abastecimiento de remolacha y maíz que requerirían las instalaciones cuando se pusieran en marcha beneficiaría de forma indirecta a cerca de un millar de agricultores, en su mayoría localizados en la provincia de Zamora, aunque algunos de ellos también en el sur de León.

El desarrollo económico en el entorno se incrementaría debido a que también se favorecerían otros sectores, como el del transporte de la materia prima que abastecería a la planta de bioetanol o de los piensos y el combustible que saldrían de la fábrica.

Los promotores del proyecto aseguran que éste es viable económicamente, incluso aunque las perspectivas del precio de los combustibles fósiles pudieran tender al descenso como consecuencia de las nuevas técnicas de obtención de ellos, como pueda ser el fracking, extendido en Estados Unidos.

Frente a ese tipo de combustibles, el bioetanol cuenta con la ventana de ser más sostenible y medioambientalmente cumplir con los objetivos de tendencia hacia un planeta en el que se ponga freno a las causas que producen el efecto invernadero.

Ahora bien, el proyecto de la planta de bioetanol se encuentra con un escollo principal que hace que aún no se haya desarrollado. Se trata fundamentalmente del coste económico de la iniciativa y su financiación. La construcción de la planta y su puesta en marcha tendría un coste económico estimado de 140 millones de euros. Esas cifras son las que estrangulan el proyecto, para el que inicialmente se requeriría un aval de 40 millones de euros y con él se podría optar ya a cubrir el resto del coste con aportaciones de entidades financieras y acogiéndose a las diversas líneas de ayudas europeas existentes para este tipo de proyectos.

Los datos de una iniciativa empresarial de este calado, que conjuga investigación, desarrollo e innovación, apuntan a que la fábrica estaría dimensionada para producir anualmente hasta 160.000 metros cúbicos de etanol y 110.000 toneladas de pienso.

Para ello, la factoría requeriría el consumo de 750.000 toneladas de remolacha cada campaña y unas 200.000 toneladas de maíz, de tal forma que apuntalaría tanto el sector remolachero como el del cultivo del maíz en la provincia.

El desarrollo tecnológico que se implementaría en la fábrica y para el que ya se cuenta con la pateten de determinados procesos industriales, harían de estas instalaciones la planta "más eficiente del mundo" en cuanto a producción de bioetanol y piensos, según sostiene el director general del grupo Magdala y cabeza visible de la iniciativa, Vicente Merino.