Se lanzó como búmeran alicortado el otro día en Morales. Hay vecinos del ámbito rural que se empadronan en Zamora para contar con servicio de Pediatría. El comentario se hizo cuerda en una reunión para analizar una propuesta ciudadana a favor de instalar un centro de salud en la localidad de Tierra del Vino. Perdiz muerta, por cierto. El comentario sirve de ejemplo pintiparado de la discriminación sanitaria (también en otros muchos aspectos, pero hoy no tocan) que vive el ámbito rural. Residir en los pueblos es contar con menos atención médica que quienes moran en las ciudades. La distancia a los centros sanitarios con más prestaciones juega en contra de los vecinos de municipios pequeños. Pero no solo es eso. Es la despoblación, el ronzal del poder reivindicativo deshilachado y roto, es la soledad de quien vive más en el pasado que en el presente, es la escasez de votos, la debilidad social.

Sin embargo, si hay una cuestión a la que no han renunciado los hombres y mujeres que viven fuera de las ciudades es a una sanidad digna. Es ya casi imposible llenar los salones de los consistorios para analizar cualquier tema de interés para la colectividad, solo se consigue cuando sobre la mesa está la atención médica. Entonces sí, entonces no hay sillas suficientes.

Es el último cabrio que sujeta el edificio, plantado en medio de la intemperie. Si hay una sanidad digna, habrá pueblos. De lo contrario todo se irá por la gatera. Que lo sepan las administraciones. Que lo apunte la Junta en la parte de arriba de la libreta, en la más reluciente.

Las quejas se acumulan, llenan ya no sé cuántas arcas. Los pacientes rurales denuncian escasez de médicos y sanitarios en general. Los consejos de salud arremeten contra el Gobierno regional, piden soluciones. El argumento de la Junta de que no encuentra médicos para cubrir las plazas vacantes no vale. A los profesionales hay que darles un sueldo adecuado a su capacitación. Y entonces sí, entonces sí que aparecerán, seguro.

Una sanidad digna asegura el futuro en el ámbito rural. Si no la hay, habrá que ir cerrando pueblos. Uno a uno, hasta convertirlos en fantasmas.