No es uno de creerse confabulaciones ni alianzas para hacer el mal (o el bien), que las cosas suelen ser más sencillas de lo que parece; pero no me digan que no es para pensar -o al menos intuir- que sobre esta tierra (Zamora y, en general, toda Castilla y León) pesa un acuerdo tácito de alguien "innombrable" para convertirla en un paraíso de biodiversidad. Para eso, claro, cuantos menos hombres y mujeres haya sobre el terreno, mucho mejor.

No es ciencia ficción imaginar que sobre un mapa de Europa, en un despacho informal de Bruselas o Luxemburgo, un grupo de "superfuncionarios" (muy bien pagados), a los que sus jefes les han pedido que marquen sobre el plano del continente zonas donde en el futuro tenga que primar lo verde (con todo lo que eso significa), señalen con un círculo el espacio mesetario español y si tienen que concretar aún más, seguro, seguro que apuntan a Zamora, un triángulo perdido en el mapa, despoblado y envejecido. No es que los "superfuncionarios" ni sus jefes marquen esta tierra porque tengan algo en su contra, no. Lo hacen porque el rotulador les lleva a ella si cumplen los requisitos de la superioridad: espacios muy amplios, con poca población, con escasa capacidad reivindicativa, desarmados socialmente, con espíritu victimista.

Este destino "prefabricado" explicaría muchas cosas en esta provincia. Por ejemplo, la falta de inversiones públicas generadoras de empleo, desde hace décadas. Que nadie quiera parar la sangría poblacional ni la pérdida de identidad rural, un drama del que la historia nos va a responsabilizar; que cada vez haya más animales salvajes protegidos; que seamos ya un paraíso de lobos, jabalíes, avutardas, rapaces...; que la mayoría de los pueblos tengan fecha de caducidad, que no va más allá de 25 años; que los políticos "pasen" de Zamora...

Esta provincia será una de las principales reservas naturales de Europa y del mundo ¡Viva la Zamora verde, muera la vieja Zamora!