La nueva presidenta de la Indicación Geográfica Protegida "Lechazo de Castilla y León", una ganadera palentina de 43 años, madre de familia, tiene ante sí la difícil tarea de calmar las aguas dentro de su propia organización y avanzar en el prestigio del marchamo de calidad que tiene su sede en Zamora, en un local cedido por la Diputación en La Aldehuela.

-Parece un poco raro que le nombren presidenta dos años después de las elecciones.

-El nombramiento de la nueva junta gestora fue en agosto de 2013. En principio éramos cuatro vocales del sector comercializador y cuatro del productor. Hemos estado sin presidente, tomando decisiones mediante acuerdos puntuales. Además hubo dos vocales que presentaron la dimisión, tuvimos una serie de problemas de funcionamiento porque unos pensábamos de una manera y otros de otra y al final tres vocales del sector productor y dos del comercializador nos hemos puesto de acuerdo y me eligieron presidenta.

-¿Qué diferencias de criterio había?

-La IGP lleva muchos años dirigida por los mismos y está anquilosada y muy utilizada por ese sector. Y eso no podía ser, porque es un organismo representativo de todo Castilla y León, no solo de una comarca.

-Se refiere a los conocidos como "los de Aranda de Duero".

-Sí. Hubo un cambio de sede que molestó mucho a la gente de Aranda, porque llevaba muchos años allí, gestionado desde allí. Y parecía que todo el mundo vinculaba la IGP con una determinada comarca y no es así, es de Castilla y León. El primer acuerdo fue venirnos a Zamora y después estamos intentando hacer cosas.

-Han estado dos años con gestión conjunta de la IGP "Lechazo de Castilla y León" y la marca "Lechazo de la Meseta".

-Eso se recurrió por parte de las asociaciones de productores de castellana y churra, ANCA y Anche, al final la sentencia fue favorable a nosotros y se llegaron a separar las dos marcas. La IGP protege a un determinado producto, lechazo churro, castellano y ojalado, y no se podía meter en el mismo saco a todos. Nuestra intención ahora es que la IGP dé una imagen clara, de cara al consumidor de lo que es una indicación geográfica protegida. No vamos contra el ovino de Castilla y León, sino que es una calidad diferenciada, con nuestra marca.

-¿Era sobre todo problema de que querían entrar razas industriales?

-Primero intentaron meter la raza Assaf en la indicación y eso se paró mediante un recurso. Y luego intentaron gestionar conjuntamente las dos marcas dentro de la IGP. El Tribunal de la Competencia dijo que eso es inviable. Y llegó un momento en que creaban una confusión en el consumidor, el productor y el comercializador. Se querían poner unas vitolas muy parecidas que confundieran a la gente. Se presentó un recurso, se ganó la sentencia firme y desde diciembre de 2014 se han separado.

-Vamos a mirar al futuro. ¿Cuáles van a ser sus líneas de trabajo?

-El objetivo principal es lavar la imagen que tiene la IGP del Lechazo y transmitir al consumidor, al ama de casa, los comercializadores una trazabilidad, que esto es un producto diferenciado, de calidad y que cumple expresamente con las normas establecidas. Yo estaba dentro y me repateaba porque no estaba pasando eso, no había más que confusión y parecía que con poner una vitola al lechazo ya todo vale. Y no es eso, tienes que dar calidad. Queremos que cuando una persona vea un lechazo IGP en el mercado tenga la completa seguridad de que es una cría de raza churra, castellana u ojalada que ha cumplido con todos los controles de calidad y la normativa.

-Además de las razas, ¿qué deben cumplir sus lechazos?

-Tiene que estar criado con leche materna, no con leche de mamantona y cumplir requisitos de engrasamiento, color. Hay unas condiciones exigentes que estipulan todo para que tenga esa frescura y calidad la carne. No cualquier lechazo vale para la IGP. Además proviene de ovejas que pastorean en Castilla y León porque no es lo mismo sacar un lechazo con una madre alimentada con pienso de fábrica y destinada a producción lechera que sacarlo de una oveja que pasta en el campo.

-¿Hay buenos productores de lechazo en todo Castilla y León?

-Sí. Y estamos haciendo una modificación de las condiciones. Porque ahora mismo había zonas de Castilla y León que tenían ovejas de estas razas, pero por altitud no entraban. Se han hecho estudios y se ha visto que la altitud no influye en la calidad del lechazo. En el plazo de un año estas zonas podrían estar ya en la IGP con lo cual podría haber más productores en el mercado.

-Además de consolidar la marca, ¿dónde está su caballo de batalla, en la producción, la rentabilidad, la comercialización?

-El problema que puede haber, no en la IGP sino en todo el sector productor de lechazo es el precio que ahora mismo muchas veces no cubre costes. Por eso están desapareciendo tantas cabezas de ganado, porque si no es rentable la explotación, al final lo dejas. Lo que se intenta con la IGP es dar un valor añadido al producto. El ideal no es saturar el mercado de este producto, sino venderlo a un precio correspondiente a su calidad. Es un arma de doble filo, porque si pones un precio elevado no vas a llegar a un sector de la población, pero al estar dentro de la IGP a lo que tenemos que aspirar es que ese producto tenga un valor añadido. Porque no solo a la hora de producir, sino a la de calificar estas canales pasan unos controles muy rigurosos en el matadero. En esa criba hay muchos lechazos que quedan fuera y por tanto sacas ese valor añadido a los lechazos que han cumplido esa calidad, los otros no. Es lo mismo que pasa con los vinos, los de calidad diferenciada tienen más valor.

-¿Y notan en sus ingresos ese mayor valor?

-Es muy difícil, porque estas razas hay poca gente que las quiera, prefieren las de más producción lechera. No es que estemos locos los que tenemos churras, es una filosofía de vida, intentamos apostar por una raza autóctona.

-¿El consumidor aprecia esta diferencia de calidad?

-Saben perfectamente el producto que están consumiendo. Pero ha habido unos años de maremágnum. Las campañas de publicidad son muy caras, se ha intentado meter todo en el mismo saco y al consumidor con ver una vitola le valía. Pero no es la vitola, sino que cuando la lleve de una IGP es porque cumpla unos parámetros de calidad diferentes al resto, no que todo valga. Ha habido unos años de confusión en que todo valía, el caso es que llevara vitola. Para nosotros es mejor pero no menospreciamos al resto, todo lo contrario, tenemos que convivir todos en la cadena alimentaria. Pero hemos de lograr que sea rentable para el productor.