"Pintoresco, irreal y tomadura de pelo". Así califican algunos apicultores y ganaderos el catálogo de medidas que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha elaborado para que los titulares de explotaciones aseguren la vida de sus animales o de sus colmenas frente a los predadores. Para ello deben dejar a un lado viejas costumbres, modernizarse e invertir en cerramientos que impidan el acceso a lobos y osos. También proponen la instalación de espantapájaros para evitar que las águilas reales ataquen a las crías de ovejas y cabras, o enmallar los colmenares para que los inquietos abejarucos no se ceben en las reinas o las abejas obreras y malbaraten los enjambres.

Lobos, águilas reales, abejarucos y, desde el año pasado el oso, son especies conocidas en la provincia de Zamora.

Aunque en realidad nada es nuevo bajo el sol puesto que sobre rediles y espantapájaros está la historia del sector ganadero más que surtida, y desde hace años también sobre pastores eléctricos, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha creído conveniente publicar un Catálogo de medidas para reducir "las interacciones" de algunas especies de fauna silvestre protegida con la agricultura y la ganadería. Y es que ya no procede echar mano del trampeo o aguardar a los predadores y darles muerte, como se estiló antaño. Ahora la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, y otras normativas, imponen "un régimen de protección general a las especies" y se castiga con dureza dar muerte, capturar, perseguir e incluso molestar a semejante predadores, de ahí que sea necesario depurar las medidas de seguridad.

Los ganaderos, que siempre hicieron uso de corralas, corrales y de mastines -y los chiviteros de Torregamones son un ejemplo de cómo librar las crías de las rapaces y de los raposos- ahora están conociendo las nuevas medidas diseñadas y publicadas por el Ministerio de Agricultura, que son el resultado "de estudios y proyectos realizados sobre medidas preventivas que, aplicada adecuadamente mejorará la incidencia de la predación en las ganaderías domésticas".

Organizaciones sindicales, ganaderos y apicultores han echado un vistado al catálogo de medidas y no dejan de calificar algunas "como de pintorescas", "demasiado baratas" y hasta contraproducentes en algunos casos, como los mallados en los colmenares para frustrar la predación de los abejarucos. "¡Cómo pedir a los ganaderos que tienen los animales sueltos en las sierras que los encierren!" expresa José Manuel Soto, responsable de Medio Ambiente de la Unión de Campesinos Coag. "¡Cómo cambiar una y otra vez de sitio todo un montaje tras unas lluvias que dejan el lugar convertido en un barrizal impracticable para el ganado!" manifiesta el ganadero de San Juan de la Cuesta José Antonio González, que recalca que Sanabria-Carballeda "es ya un carnaval de espantapájaros todo el año, y los animales se meten hasta en casa".

Las medidas propuestas tienen un coste estimado a los titulares de explotaciones de entre "450 y 850 euros" por cierre en el caso de los colmenares situados a la mano del oso, como en Sanabria-Carballeda, y los 12.000 euros para el cercados de bovino contra el lobo", más otros 500 por mastín sumado a la salvaguarda y unos 300 de mantenimiento al año por ejemplar. El coste de los dispositivo pensados para alejar a las águilas reales de las crías de ovejas o cabras, los tradicionales espantapájaros, se cifra en unos 10 euros por unidad, y 25 euros en el caso de tratarse de un globo hinchable.

El lobo es la especie más temible para el ganadero de bovino (más aún del ovino), que allí donde cohabitan con el cánido no puede hacer otra cosa que andar a rabo de los animales, arroparse de mastines y pernoctar dejando a buen recaudo las reses. Un pastoreo muy alejado del practicado en las tierras deslobadas, que permiten dejar el ganado a sus anchas y dedicarse a otros quehaceres. Estrictamente protegido al sur del río Duero, al norte del río Duero esta especie está sometida a medidas de gestión, donde el mayor control viene de la mano de la caza, legal y furtiva.

El cercado propuesto para evitar las lobadas al bovino "es de funcionamiento autónomo", y estaría integrado por un cerramiento perimetral, un pastor eléctrico, un sistema de puertas de acceso selectivo y otras infraestructuras interiores.

"El objetivo es que los terneros estén siempre dentro del cercado, permitiendo la libre entrada y salida de las madres al interior del mismo" indican los diseñadores de las medidas. Precisan, asimismo, que "en sistemas de explotación rotacional puede resultar operativo ubicar este cercado de protección en un lugar central de la explotación, de manera que todos los cuarteles de pastos den acceso a él".

Se trataría de un cerramiento con malla cinegética anudada de nudo fijo, alta resistencia y luz variable (dimensiones de cuadro -alto x largo- de entre 10x15 cm en la parte inferior junto al suelo, hasta 20x15 cm en la superior). La malla debe estar enterrada en el suelo para su correcta fijación y funcionamiento (de 50 cm a 1 metro aproximadamente de profundidad), dejando una altura libre de 2 a 2.5 metros.

Se recomienda la instalación de una puerta metálica con hoja de al menos 3 metros de longitud para permitir el paso de tractores; longitud que puede alcanzarse preferentemente con 2 hojas. Bajo la puerta debe ir una solera de hormigón armado de 15-20 centímetros de espesor, para evitar la entrada del lobo.

El cerramiento debe ser de una superficie proporcional al número de animales a proteger (entre 20-25 terneros por cada media hectárea de superficie del terreno).

También se propone la instalación de un pastor eléctrico para evitar la entrada del lobo, así como para evitar que las vacas puedan dañar el cerramiento desde el interior. Sería colocar 2 hilos eléctricos, uno situado a 25-30 centímetros por el exterior en la parte superior de los postes y otro en el interior del cercado, aproximadamente a 60 y a 90 centímetros de altura. Se debe emplear un energizador con capacidad de aporte de picos de hasta 9 kV, pudiéndose utilizar la malla metálica como toma de tierra del cerramiento. Por lo que respecta a las puertas de acceso selectivo, el sistema de protección de terneros requiere la instalación de dos conjuntos de 2 puertas con sistema de apertura en "vaivén", uno de entrada y otro de salida.

Para facilitar la gestión y el bienestar de los terneros protegidos en el cercado, en el interior de este se recomienda instalar un porche provisto de paja donde los terneros puedan refugiarse en caso de lluvia o frío intenso; un abrevadero con sistema de disposición permanente de agua y recogida canalizada del sobrante para evitar erosiones y un comedero selectivo de terneros para provisión, en su caso, de alimentación suplementaria en caso de estimarse necesario por parte de la explotación.

El abejaruco común (Merops apiaster) especie incluida en el listado de especies silvestres en régimen de protección especial es un ave presente en buena parte de la provincia de Zamora con especial incidencia en los colmenares al cebarse de las abejas reina (durante el vuelo nupcial), entre marzo y junio, y sobre el resto de las abejas entre marzo y septiembre.

El método propuesto es proteger los colmenares con redes, mallas y suministro de agua desde abril a septiembre, coincidente con la época de mayor presencia del abejaruco en la península ibérica. Los estudiosos proponen la colocación de una malla a modo de techado que cubra todo el colmenar a una altura de 2 metros del suelo, con una opacidad mínima de la malla de sombreo del 70%. La malla debe sujetarse en un sistema de postes y tensores para que tenga alta resistencia ante las incidencias climáticas, evitando que, en caso de derrumbe, provoque daños a las colmenas. El cierre superior se completa con otro cierre lateral, formado de redes plásticas, a 2 metros de altura sobre el suelo. Este faldón es de color llamativo (naranja), con accesos para las personas. Se precisa que los agujeros de la malla plásticas deben permitir la entrada y salida de las abejas, pero no del abejaruco.

Es una medida calificada por pintoresca por el presidente de la Asociación de Apicultores libres de Sanabria-Carballeda José Antonio González, que da fe de que los abejarucos "matan reinas, obreras y zánganos, especialmente cazándolas al vuelo, cuando van a pecorear". Es más, afirma que "suelen ir a las que regresan cargadas". "Los abejarucos, andan como lobos, y con esos sistemas obligas a las abejas a coger vuelos rasantes a habrá que guardar todavía más distancia de los caminos y del los viales expresa González".

El apicultor tabarés Pedro Vega afirma que "por causa de los abejarucos tuve que dejar de llevar las colmenas a las zonas de los embalses y de girasoles porque era un ir y venir de docenas de aves, y da igual que estuvieras que no". Señala que los abejarucos "actúan sobre los bebederos, en los arroyos y durante la libación de las abejas", y critica tener que mantener a la abejas como gallineros".

"El coste para las colmenas no sé de dónde se sacan y en el espacio indicado no se pueden colocar dicho número de colmenas. Necesitas más espacio porque es necesario realizar un manejo de poner alzas, hacer núcleos, criar reinas, hacer ampliaciones, repartir colmenas..." subraya González.

Pedro Vega apunta que "el abejaruco lleva toda la vida cazando y comiendo abejas y lo seguirá haciendo en todo el radio de acción en que se muevan las abejas".

El oso es otra especie que gusta de incursionarse en los colmenares para alimentarse de la miel, como se vio el pasado año en Muelas de los Caballeros. La propuesta para esta especie es un cercado electrificado de la explotación, que vería según el plantígrado ataque la colmena "de forma ocasional o esporádica", para lo cual se apunta un cercado electrificado de malla o cables (de acero o aluminio) de metro y medio de altura o, en el caso de que existe una reiteración o el animal esté habituado un doble cerramiento.