Un grupo de expertos participó ayer en Zamora en las Jornadas de Seguridad Alimentaria que promueven los grupos Analiza Calidad, Sanigest y Sanilab, especialmente importantes en unos momentos de cambios para el sector y cada vez mayor internacionalización de la economía.

-¿El objetivo de las jornadas?

-Son unas jornadas divulgativas que venimos realizado hace años para fomentar la profesionalización del sector e introducir nuevos criterios de calidad que afectan tanto a pequeñas como a medianas y grandes industrias.

-¿Cuáles son estos criterios?

-La verdad es que la normativa es muy compleja y tratamos de diseccionarla, clarificar aquellas cuestiones más ambiguas y los criterios que ponen a veces a la industria entre la espada y la pared en el cumplimiento de la normativa legal y las exigencias de los mercados nacionales e internacionales.

-Pónganos un ejemplo de criterios ambiguos.

-En dos a cambiar el etiquetado de alimentos y va a suponer un problema logístico importante en hostelería, porque va a tener que facilitar la información, por ejemplo, sobre potenciales alergenos para personas con problemas de alergia o intolerancia alimentaria. No sabemos si el Ministerio lo regulará por real decreto, aplicará un sistema de guías.

-¿Qué hay que cumplir, sí o sí, en normativa alimentaria?

-Cada vez el mercado y la globalización son más complejas. Actualmente la normativa nacional ya es la europea. Y la apertura de nuevos mercados obliga a establecer nuevos requisitos, algunos tan evidentes como el idioma (si queremos exportar a china tendremos que saber chino para entender su legislación) y cumplir su legislación. Al final, la industria alimentaria debe adaptarse.

-¿La industria está preparada para cumplir estos requisitos?

-La industria ha hecho un gran esfuerzo en los últimos años. Los escenarios de crisis lo son también de oportunidad y de alguna manera los industriales han tenido que ponerse la pilas, establecer los criterios que dictan las normas legales y sobre todo lo que en consumidor quiere. Hay que adaptar los productos a las exigencias del consumidor y hacerlos cercanos a su vida cotidiana. En Castilla y León se ha hecho un gran esfuerzo, las industrias están muy adaptadas a los niveles de competitividad, tanto nacionales como internacionales.

-Se pide mucha calidad a lo que se produce aquí, pero ¿qué pasa con lo que llega de fuera?

-Ahí hay un paradigma legislativo y algo que ronda incluso con el proteccionismo. Por ejemplo se ha estado exportando mucha de la producción nacional de productos cárnicos al mercado ruso, que era interesante, pero se ha cerrado por una cuestión política. En líneas generales, la industria está muy avanzada y cada vez los españoles tienen una mayor competitividad. Y ahí es donde las empresas tienen que dar su valor añadido y cumplir los requisitos para llegar a esos mercados de fuera, si no lo están ya.

-¿Sigue pesando más el precio que la calidad en la alimentación?

-El consumidor cada vez tiene más información. Ha habido mucha innovación en el sector alimentario, y si antes tenías cuatro tipo de productos lácteos, cárnicos o cereales ahora la variabilidad es mucho mayor. El consumidor tiene mucha mayor información, puede apreciar un producto desde el punto de vista organoléptico, si le gusta más o menos, pero la seguridad alimentaria tiene que estar preestablecida, para que no haya ningún problema y ese alimento sea inocuo. Por eso nosotros aquí en Zamora tanto en Sanigest como en Sanilab establecemos todos aquellos protocolos de control para garantizar esa seguridad en los productos que entran en la cadena alimentaria, como en control de aguas o el cumplimiento de la normativa.

-¿Qué opina de los transgénicos?

-No soy un experto, pero me da la impresión de que es un tema muy politizado. En Estados Unidos el 90% de la soja que se consume es transgénica, se está consumiendo y no hay ningún problema, mientras en Europa hay sobre todo dos países, Francia y Alemania, que tienen un gran proteccionismo respecto a estos productos. Las evidencias científicas a día de hoy no están nada claras, pero tampoco hay una claridad respecto a la toxicidad de los transgénicos, ni se ha encontrado ninguna afección directa sobre la salud.