descriptivos sistemáticos y rigurosos, desagregar los datos por características demográficas básicas como la edad, el lugar de nacimiento, la educación alcanzada, y por supuesto el sexo. Cuando se comparan el grado de participación en ámbitos laborales en función de esta última variable rápidamente se observan dos de los aspectos muy significativos hoy en día, la segregación horizontal y la vertical. 

Desde un punto de vista reduccionista -pero realista- las mujeres ocupan muchos puestos en educación y en salud, pero solo un pequeño porcentaje ocupan puestos en dirección, organización o jefaturas (tanto en estos dos sectores destacados como en otros). Además, según un informe de la ONU (“Una remuneración igual por trabajo de igual valor”, ONU Mujeres, 2017), las mujeres siguen ganando en todo el mundo un 24% menos que los hombres en el mercado de trabajo; un informe de la Comisión Europea sobre igualdad entre hombres y mujeres (Report on equality between women and men in the EU”, 2019), informó que en el año 2018 la cifra de empleo de mujeres graduadas en ciencias STEM era de un 20% menos con respecto a los hombres con la misma graduación.

La discriminación de las personas en función del género es un fenómeno que alude, básicamente, al sometimiento de la mujer al hombre y su consideración indirecta como ser inferior. Y esto se traduce en una compleja realidad de mujeres que sufren, que padecen emocional y psicológicamente, que son agredidas violentamente y, en algunos casos, forzadas sexualmente y hasta asesinadas. 

La mayor empatía, demostrada por expertos en personalidad, puede explicar que países gobernados por mujeres durante la pandemia hayan gestionado mejor los efectos asociados al coronavirus y hayan sufrido la mitad de los fallecimientos

Estos son tipos penales relacionados con la violencia de género, tales como amenazas, lesiones, coacciones, agresiones sexuales e incluyendo la más dura de las tipologías, los homicidios de pareja. Todos implican violaciones a derechos fundamentales como la intimidad, la integridad, el honor… y/o la vida. Y, es que la violencia hacia las mujeres es la manifestación más notoria, más palmaria de plena desigualdad y subordinación. 

Manifestación del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Álvaro Ballesteros

Se trata de un fenómeno delictivo multicausal, multifactorial, pero sobre todo muy emocional. 

Esta emocionalidad, que subyace en general en los delitos contra las personas, es una de las variables que podría explicar que en el año 2022 todavía exista una cifra negra de casi el 80% de mujeres que no denuncian -según los datos arrojados por la última macroencuesta de violencia contra la mujer de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género (2019). 

Hay que entender que, en las mujeres, antes de dar el paso e interponer una denuncia, padecen un laberinto de pensamientos rumiativos y preocupaciones que se convierten en verdaderas barreras a la hora de poner en conocimiento de los organismos competentes unos hechos delictivos. 

Así, la culpabilidad, el desconocimiento del sistema policial y/o judicial, la baja percepción del riesgo, el no querer dañar -paradójicamente- a los propios agresores, el no querer hacer sufrir a los hijos, el qué dirán, etc., se convierten en algunos de los obstáculos más frecuentes para denunciar y así poner en marcha el sistema de ayudas policiales y judiciales, psicológicas y sociales. 

Estamos en el siglo XXI. Es hora ya que las mujeres formemos parte de todas aquellas esferas y parcelas de poder donde se toman decisiones que afectan a toda la población. 

En el siglo XX se consiguió, al menos en nuestro mundo occidental, el sufragio universal -un ciudadano, un voto-, también el sufragio universal femenino -ninguna mujer sin poder votar-. Ahora, en el siglo XXI, uno de los más importantes desafíos es la igualdad entre hombres y mujeres. Pero no una igualdad puramente formal -si quieren, incluso, una igualdad legal-, sino efectiva, completa y real.

Finalizo con un deseo muy querido por tod@s: cambiemos el presente para que el futuro sea mejor tanto para hombres como para mujeres. Y en este deseo, en esta esperanza, nosotras tenemos mucho que decir, que hacer, que conseguir. 

Esa igualdad real, material y completa es nuestro objetivo. Y lo alcanzaremos, que nadie lo dude.