El modelo territorial heredado, falta de cohesión necesaria, ha posibilitado la concentración de servicios, actividad económica, e inversión en las áreas urbanas y metropolitanas , lo que ha generado desigualdades territoriales estructurales que afectan gravemente a los municipios de menor población y desde luego dificultan el desarrollo económico y social de estas zonas.

Más de 1.400 municipios de Castilla y León se encuentran en riesgo grave de quedarse sin habitantes.

Suponen más de las tres quintas partes del total de las localidades de la Comunidad, es decir tres de cada cinco municipios.

En concreto 1.402 de los 2248 núcleos de población que ocupan el 63.34% del territorio, pero en los que solo vive el 9.35% del total de habitantes ( datos CESCYL), menos de 8 habitantes por kilómetro cuadrado.

Envejecimiento de la población rural, Zamora es la provincia que más población tiene mayor de 65 años con un 30.2%, y en menores de 15 años tenemos solo 16.899 es decir el 9.6% del total

El reto es enorme, y se han dado ya importantes pasos, el primero ha sido dar visibilidad a nuestras comarcas, que el mundo urbano se haya dado cuenta de lo trascendentes que somos, lo fundamentales y necesarios que son los pueblos y sus gentes

Son muchos los problemas de estos territorios, por enunciar uno que son dos “ La falta de actividad económica” que en las zonas rurales se convierte en despoblación.

Los datos que lo evidencian son claros. Si en 1950, cuando se inició el declive poblacional, representábamos el 13% del conjunto del Estado, hoy, este porcentaje se ha reducido al 0.33%, además con una población envejecida y masculinizada, lo que significará la muerte clínica del 40% del territorio español.

 Aquí, tenemos ejemplos, el 40% del territorio tienen densidades poblacionales del 2%, propias de zonas desérticas. 

Una realidad, terrible, que choca frontalmente con el sentido común y con documentos tan importantes como nuestra Constitución que prioriza el trato a las zonas desfavorecidas de montaña o el tratado de Lisboa que afirma que el territorio debe tener una “continuidad vital” o el propio Estatuto de Autonomía en su artículo 16, Principios rectores de las políticas públicas, en el apartado 9 dice: “La lucha contra la despoblación, articulando medidas de carácter institucional, económico, industrial y social que sean necesarias para fijar, integrar, incrementar y atraer población”.

Es necesario aunar esfuerzos y que todos en la misma dirección cumplamos los objetivos de lucha contra la despoblación.

Nos alejamos, cada vez más, de esta lógica negativa y se están produciendo efectos, cada vez más positivos para intentar revertir esta situación producida por el desinterés por el territorio, que esté en la agenda pública es un logro y un gran paso hacia adelante.

Pero es un problema de país, no puede ser que el 80% de la población viva en las zonas costeras que es el 20% del territorio, y esto es un problema de cohesión territorial, contaminación urbana, ciudades difíciles de gestionar su sostenibilidad.

El reto es enorme, y se han dado ya importantes pasos, el primero ha sido dar visibilidad a nuestras comarcas, que el mundo urbano se haya dado cuenta de lo trascendentes que somos, lo fundamentales y necesarios que son los pueblos y sus gentes para esos equilibrios ambientales y sociales de este país. El mundo urbano debe asumir que la gestión territorial es hoy un grave problema de estado es una cuestión de “interés general” y esto requiere de la concienciación y la solidaridad de las ciudades para garantizar la pervivencia del mundo rural. Compartir, y gestionar los pueblos es el futuro, también, de la sostenibilidad del mundo urbano.

Pero es que además se trata, en términos emocionales de identificación con la diversidad de nuestro paisaje, de los alimentos que producimos y consumimos, de cómo producimos energía, de agua, de aire limpio, de medioambiente. En una palabra de todo lo que afecta a aquello que tiene un gran efecto sobre el futuro de nuestro entorno vital. En definitiva, consciencia y empoderamiento para hacer cambiar las cosas.

Resulta fundamental que nos replanteemos la mirada hacia el territorio, es decir ponernos las gafas de ver los pueblos, de ver lo rural, de erradicar aquella vieja máxima del sistema nacional de educación en la que “se preparaba a los alumnos para que se vayan de los pueblos”, con lo que ha supuesto de falta de arraigo, que también se aprecia.

Necesitamos políticas. Políticas multisectoriales, mucho más que declaraciones ambientales, que ya tenemos de sobra en nuestra provincia. Políticas capaces de atender no solo los ámbitos agrarios, que también, sino la complejidad de una sociedad rural que necesita incorporarse desde el campo y la montaña a un siglo XXI, que nos abre nuevas oportunidades, como las nuevas tecnologías. Tecnologías que nos pueden ayudar a todos los retos que nos presenta el futuro. En estos tiempos de COVID ha quedado claro que el teletrabajo forma parte de una nueva oportunidad para poder vivir en los pueblos.

La preservación del medio debe tener una lógica integradora y a la vez equilibrada entre la incuestionable protección del entorno y la realización de actividades seculares compatibles con esa protección, “sin gentes en los pueblos nada es sostenible”.

Por tanto, hay que modificar políticas y, a su vez, lógicas culturales que han fundamentado el olvido y el menosprecio endémico de lo rural. Sin duda, en este sentido la escuela y el instituto deben ser elementos claves para recuperar el arraigo, la autoestima y una visión posibilista de la ruralidad. Es obvio, además, que la formación es un elemento clave en el futuro de nuestros jóvenes. Para ello, el mundo rural debe ofrecer y adaptar nuevos modelos formativos que respondan a sus necesidades, incorporando también la necesidad de conservar talento en los territorios. Ciclos formativos adaptados a la empleabilidad de las zonas rurales, algunos puestos en marcha recientemente con éxito, Erasmus rural, desarrollo de la FP dual en zonas rurales, etc…

Debe ser también, el mundo rural, espacio de innovación y de conocimiento. Para ello ni un solo servicio público debe perderse: sanidad, falta de médicos, centros de salud debidamente dotados de profesionales y consultorios médicos abiertos son claves, de nada sirven las políticas a implantar si no está asegurado el día a día sanitario, educación, movilidad y conectividad para vincular las universidades con lo local. Solo así podremos dar a los recursos endógenos de estos espacios , una lógica que los sitúe en estadios de competitividad y de oportunidad económica.

Desde el convencimiento de que somos necesarios, que si lo rural desaparece nos quedamos sin una riqueza muy importante por dejar abandonadas estas zonas, de que es fundamental la vida en los pueblos, tenemos que conseguir soluciones multifactoriales con políticas públicas adecuadas que hagan que los derechos básicos estén asegurados para que todo el que quiera tenga posibilidades de desarrollar su proyecto vital 

No podemos dejar pasar la oportunidad que nos ofrecen los fondos Europeos de Recuperación y Resiliencia, para lo cual tenemos que aprovechar todas las ayudas para las zonas despobladas, para ello resulta imprescindible adoptar estrategias locales, comarcales , provinciales y regionales que permitan el acceso a estos fondos. ¡No sé si estamos en ello!

Se abre una revolución de lo pequeño: hay que poner a los pueblos en el centro del escenario, pueblos con proyectos claros que generen comunidad, con la perspectiva de invertir en las personas, con la idea de que todo será más sostenible y solo lo será si la gente vive en las zonas rurales

Con sana envidia leo la Estrategia frente a la Despoblación en Castilla la Mancha 2021-2031 que estructura la estrategia en el punto 8 en cuatro actuaciones: Servicios públicos, económico, social y ámbito territorial. 

En el ámbito económico: turismo rural sostenible, turismo inteligente, aprovechamiento de los recursos naturales, formación del sector turístico.

Fomentar la economía social para crear y consolidar empleo inclusivo, incluye este apartado algo importante que es legislación sobre las entidades de economía social, impulso al sector artesano e impulso del comercio local, desarrollar actuaciones que atraigan talento y ya dicho potenciar la orientación y la formación profesional para el empleo, así como fomentar el empleo estable con la necesidad de introducir el concepto de zonas de difícil desempeño para estabilizar los empleos públicos. Apoyo a la conciliación y a la reducción de brechas de género en el ámbito laboral, fomento del emprendimiento y de la actividad empresarial con apoyo financiero a proyectos empresariales impulsando proyectos de innovación, digitalización y competitividad empresarial así como promover iniciativas para fomentar la localización de actividades industriales, mejora del sector primario modernizando explotaciones, comercialización de productos forestales con la puesta en valor de servicios ecosistémicos...

Vista del Lago de Sanabria, epicentro de la comarca.

Social: Conciliación de la vida social y familiar, mejorando las condiciones de vida y generar oportunidades para las familias y la infancia, planteando incentivos fiscales a la permanencia de las familias en el medio rural, desarrollar medidas para la reactivación de la vivienda rural y facilitar el acceso a la cultura, el deporte y el ocio.

Es importante eliminar los estereotipos y poner en valor la imagen y reputación del medio rural.

Si en otros lugares se está en esto, pongámonos en Zamora a trabajar, no sea que lleguemos tarde.