La historia de los zamoranos en Cuba es la historia de un cordón umbilical a ambos lados del océano. Desde la isla llegaron importantes donaciones de aquellos emigrantes a los que la aventura les fue provechosa. Y su destino no fue sólo la provincia, porque los socios de la colectividad zamorana colaboraron incluso en la adquisición de un avión para el ejército español. Son anécdotas y datos que hoy se han recuperado gracias a la labor de la Comisión de Historia nombrada por la junta directiva de la Casa de Zamora en La Habana, encargada de la reconstrucción del camino que siguieron como colectivo los emigrantes que llegaron a la isla.

La unión oficial de los zamoranos en Cuba se inicia un 4 de septiembre de 1916, cuando un grupo de hombres se reúne en el salón del Centro Castellano en La Habana y decide pedir a la Diputación de Zamora el envío de un estandarte. Esta iniciativa es el germen de la primera junta directiva que presidiría Santiago Garrido. La sociedad, recién constituida, nace también con el objetivo de prestar una ayuda solidaria a todos los zamoranos en la isla.

El estandarte, que la Diputación encomendó al Hospicio de San Vicente de Paúl, fue realizado por las niñas huérfanas Linioria Iglesias, Angela Ferrero y Francisca Iglesias con la ayuda de las monjas y llegó a Cuba en marzo de 1918. Como agradecimiento, la colonia envía a las niñas 2.012 pesetas de la época.

Las donaciones son constantes e incluso, como queda reflejado en el informe sobre la historia de la colonia elaborado por los zamoranos, se ayudaba a retornar a su tierra a los paisanos con menos recursos bien por razones de enfermedad, bien porque considerasen que no tenían futuro en el país. En octubre de 1921 la colonia «contribuye con 500 pesetas a la adquisición del aeroplano Zamora, destinado al ejército español acantonado en Africa», se recoge textualmente. Además, entre los años 1923 y 1927 los zamoranos llevan a cabo tres importantes donaciones en Zamora: 500 pesetas para contribuir a la construcción de una escuela en Palacios de Sanabria; 250 pesetas en favor de Pontejos para colaborar a aliviar las consecuencias del desastre que lo arrasó; y 500 pesetas para «cooperar con los damnificados de la provincia de Zamora que se habían quedado sin hogar y sin pan para sus hijos».

Uno de los hechos más relevantes en el funcionamiento interno del colectivo se produce el 3 de octubre de 1927 cuando se aprueba por unanimidad «la admisión de la mujer zamorana en el seno de la colonia». Ello, analiza ahora la comisión encargada de investigar la evolución de los asociados, «honra a los zamoranos de Cuba de la época, pues ya en ese tiempo se consideró a la mujer con iguales derechos en el seno de la sociedad que los hombres». Ya mucho antes se nombró a Eudina González como Socia de Mérito, tal y como refleja con detalle un documento de la asociación fechado el 12 de julio de 1918.