La infancia es el futuro y esta consigna es el motor de la última campaña organizada por la ONG Zerca y Lejos, que bajo el lema "Alimenta la educación" se centra en los niños y niñas de Camerún. Una de las voluntarias más activas es la zamorana Tamara Sanz Llamero, que este verano decidió "saltar al terreno" y pasar de ser voluntaria en Madrid, donde estudia la carrera de Medicina, a trabajar en los programas de educación y salud que la organización tiene en Camerún.

"En gran medida, me decidí por estudiar Medicina porque me apasiona la idea de la cooperación internacional y me pareció una buena manera de adquirir conocimientos para ayudar a los demás", reconoce la joven zamorana, de 23 años. De esta manera, el pasado verano viajó con otros once compañeros al país de África central para cumplir su sueño. "Llegábamos a poblados donde no había centros de salud en coche y allí nos centrábamos en enseñar a las familias hábitos básicos de prevención para evitar enfermedades como la malaria o la diarrea, totalmente integrados con la tribu que habíamos ido a visitar", relata.

Primero se reunían con los padres y mayores, para después enseñar también esos hábitos a los más pequeños, de una manera más lúdica. "A los niños lo que más les afectaba era la malaria, pero, sobre todo, la malnutrición", lamenta la estudiante, lo que justifica la campaña de Zerca y Lejos. Una iniciativa que nace de la situación que ha podido ver de primera mano. "Junto a otros cinco voluntarios pusimos en marcha esta campaña sobre educación, ¿y qué mejor manera que potenciarla con una buena alimentación? Actualmente, el 19,3% de estos niños está en riesgo de malnutrición aguda, y hasta un 50,1% sufre malnutrición crónica, con retraso en el crecimiento", calcula.

Se trata de una situación contra la que se está luchando, pero que no es suficiente. "Durante el curso escolar, profesores de escuelas preescolares han sido formados como agentes de salud para detectar casos de malnutrición y enfermedad y cada día preparan para sus alumnos una papilla que aporta las calorías y los nutrientes necesarios para afrontar la jornada escolar. Sin embargo, el aumento de la escolarización supone que nos resulte más difícil asegurar la compra de estas papillas para repartir en los colegios, con el riesgo que ello implica en cuanto a salud, educación y desarrollo intelectual de estos niños", argumenta.

El tiempo allí le dio para mucho a esta generosa zamorana, puesto que también pudieron realizar diversos estudios para, por ejemplo, comprobar de dónde conseguían el agua para su consumo. "Cuando no les funcionaba el lugar donde había agua potable, recogían de las charcas y eso daba lugar a las enfermedades", señala.

A pesar del cansancio, la experiencia ha merecido la pena. "La gente allí nos recibía con los brazos abiertos, porque saben que vamos a ayudar. Es verdad que los niños se asustaban un poco al principio, pero no tardaban en estar jugando con nosotros", apunta la zamorana.

Y es que su primera experiencia como voluntaria en el extranjero le ha removido por dentro. "Todo eso me hizo recapacitar sobre mi estilo de vida y me dio fuerzas para volver a España -tras un mes en Camerún- e intentar cambiar desde aquí la situación que están viviendo allí", reconoce.

La buena acogida de esta campaña acaba de finalizar, con la satisfacción del objetivo cumplido: lograr que un centenar de personas se unan a esta ONG colaborando como socios. Una meta que se traduce en la posibilidad de alimentar la educación de 580 niños. "Estamos muy agradecidos a todos los que han participado en esta campaña, pero también animamos a más personas a que se unan a nuestra causa", invita la zamorana. Los interesados pueden conocer los proyectos de esta organización en su página web zercaylejos.org.