Periodista todoterreno, la zamorana Ana Frontela vive en la actualidad un nuevo reto profesional al otro lado del Atlántico. Ubicada desde hace tres años y medio en Ecuador, está al frente de un proyecto muy interesante. "Dirijo la implantación en el país de la Universidad Internacional de La Rioja. El mercado educativo es muy atractivo y Ecuador me ha brindado la posibilidad de crecer profesionalmente. Somos la generación mejor preparada de la historia, pero de vocación frustrada", valora.

Su llegada a Quito fue casi accidental. En pleno estallido de la crisis, la agencia de comunicación en la que trabajaba en Madrid decidió abrir mercado en Hispanoamérica y fue la elegida para arrancar allí el proyecto, pero para regresar después a España. "A los dos meses aquí ya me habían ofrecido trabajo para el gobierno ecuatoriano", recuerda.

Dar la noticia a la familia fue lo más duro. "Llamé para decirles que me quedaba y sentó como un jarro de agua fría, pero entendieron que era una oportunidad para ser feliz", agradece. De hecho, destaca la capacidad de adaptación de sus padres, como la del resto de los progenitores de jóvenes que emigran. "La distancia les ha convertido en supervivientes digitales. Han tenido que aprender a manejar Skype y Facebook si no querían perder el vínculo con sus hijos. Eso solo lo puede hacer el amor de una madre y de un padre", subraya.

Su nuevo trabajo lo considera "todo un reto" por las características específicas del país. "Ecuador tiene gran producción petrolera y eso ha generado una fuerte inversión pública. En el ámbito de la comunicación estaba todo por hacer. Era un desafío para aprender y además con un puesto de responsabilidad. Empecé asesorando a varios ministros y ahora soy la country manager de la Universidad Internacional de La Rioja", resume.

El equipo que dirige tiene miembros de diferentes nacionalidades. "Eso enriquece mucho el proyecto", asegura. Tras la jornada laboral, todavía tiene tiempo para seguir estudiando. "Ahora me he matriculado de una nueva maestría en Neuromárketing y espero algún día hacer investigación sobre neuropolítica e intención de voto", aspira.

De Ecuador destaca su gran diversidad cultural. "Es un país andino y, por tanto, tiene gran influencia la naturaleza. Son introvertidos, educados y acogedores con los españoles. La colonización dejó un fuerte mestizaje en este país que todavía sigue reconociendo a España como la madre patria", describe. Frontela reside en Quito, la capital, donde se tuvo que acostumbrar a estar rodeada de volcanes pero, sobre todo, a la presión y altitud. "Ecuador es un país duro y marcado por unas condiciones orográficas muy difíciles. Vivir entre volcanes y riesgos de terremotos te cambia la mentalidad. Hay que vivir el día a día. Importa el presente, el resto puede esperar", reconoce. Por eso aprovecha bien su tiempo libre. "Viajo a otros países cercanos y practico patinaje. La verdad es que el clima favorece mucho los deportes al aire libre", apunta.

Aunque en principio pudiera parecer que compartir idioma iba a facilitar mucho el acomodarse a su nueva situación personal y laboral, la periodista apunta que "no ha sido tan fácil como esperaba. Hablamos el mismo idioma, pero no la misma lengua. Entenderse no siempre ha sido fácil", precisa. Sin embargo, el vivir en otro país, como ya hiciera años atrás en Malta, para perfeccionar su inglés, "abre la mente. Te das cuenta de que Europa no es el ombligo del mundo, que tiene muchos más centros y yo, ahora mismo, vivo en la mitad del mundo, así que ¿qué más puedo pedir?", aplaude.

Aparte de su familia, el nexo con España lo encuentra en el seguimiento de las noticias. "Es el vínculo con mi país, aunque resulta muy desalentador todo. Nos sentimos decepcionados por una clase política que no ha estado a la altura. Vivir fuera nos quitó el derecho al sistema de salud y a cuestiones tan importantes como el derecho al voto, puesto que en las últimas elecciones generales ni siquiera nos llegó a tiempo la papeleta, así que todas nuestras denuncias quedan en saco roto", lamenta. Por eso agradece cómo se le ha recibido en Hispanoamérica. "Nos ha dado la oportunidad que nos ha negado nuestro país. Personalmente, creo que somos los hijos de una clase media zamorana que ha bloqueado el cambio", considera. Aun así, su objetivo final pasa por retornar a España. "Sueño con poder regresar algún día, pero recuperando la posición perdida. Pienso que el regreso no puede ser un cheque en blanco", pone como condición para finalizar.