-Estudió en Zamora pero luego se forma en otras provincias antes de llegar a su destino actual, Bruselas.

-Así es. Estuve en el Seminario Menor de San Atilano en el año ochenta e hice la Formación Profesional en la antigua Universidad Laboral y COU en el Castillo. Pero luego me trasladé a Salamanca para estudiar Biblioteconomía. Al terminar estuve un par de años allí e hice la mili. Más tarde me licencié en Documentación y cursé una parte de Comunicación Audiovisual. Recuerdo que hice prácticas en una biblioteca de Zamora. Ya en Madrid trabajé siete meses en el Senado como documentalista. El siguiente paso fue un trabajo como especialista de información en el Archivo General de la Administración. También trabajé de informático en una empresa... pero mi meta era pasar por las instituciones europeas.

-¿Y cómo llegó al Parlamento Europeo?

-Había perseguido una beca de la Unión Europea desde que era estudiante. Pero al final me llamaron cuando trabajaba en Madrid para cubrir una baja. Me arriesgué y dejé mi trabajo por ello. Al principio eran unos meses en el Parlamento Europeo, pero esos meses se convirtieron en un año y ese año en varios hasta llegar a ser, como ahora, funcionario del Parlamento Europeo. Llevo ya cinco años.

-¿En qué consiste su labor?

-Soy especialista en información comunitaria y me ocupo de la sección española. Atiendo las necesidades de información y de gestión de información básicamente de los eurodiputados españoles, aunque también lo hago con dos comisiones parlamentarias. Mi labor incluye sobre todo trabajos de documentación y en parte también redacción o asesoramiento. No sólo nos limitamos a los diputados españoles, porque también se trabaja con representantes de otros países. Como mínimo debe de haber un responsable de cada país en documentación para poder asesorar sobre diferentes temas. Aunque vivas allí debes estar siempre muy al tanto de lo que ocurre en España, tanto a nivel oficial como no oficial, porque el Parlamento Europeo es un organismo vivo.

-¿De qué se habla en los pasillos, de polémicas como las del Estatuto de Cataluña?

-Sí. Yo creo que quizá somos incluso más sensibles ante los asuntos políticos. Las conversaciones posiblemente sean mucho más enconadas que en España sobre determinados asuntos. Estamos muy politizados. Del Estatuto se habla mucho, tanto a nivel personal como oficial. Los diputados no representan territorios sino que se agrupan en partidos políticos europeos, con lo que no pueden trasladar a nivel oficial polémicas nacionales en el Parlamento, pero están muy al corriente y tienen sus versiones, por supuesto. También se habla siempre del terrorismo.

-¿Y de la pérdida de los fondos europeos que va a sufrir España?

-La pérdida de los fondos de cohesión es otro tema de actualidad. A los españoles nos está afectando mucho la ampliación de la Unión Europea en el día a día.

-¿Cree factible encontrar soluciones intermedias para que provincias como Zamora mantengan este tipo de ayudas?

-La Unión Europea es una cuestión de solidaridad. Primero nos ayudaron para que nos desarrolláramos nosotros, y ahora tenemos que ayudar a que otros se desarrollen. Bruselas no reparte tantos fondos como parece. Más bien lo que hace es diseñar las políticas que van a aplicar esos fondos. Pero luego las políticas se materializan en los distintos países y son las agencias nacionales encargadas de desarrollar estos fondos las que luego los aplican. Los grandes trazos se diseñan en Bruselas, pero las pequeñas líneas se escriben en España. Creo que hay que optimizar el uso de los fondos europeos.

-¿Entiende como zamorano la preocupación que el recorte de las inversiones produce en las principales instituciones de la provincia?

-Lo entiendo perfectamente. Habrá que dar un uso distinto a lo que se reciba. Imagino que las autoridades tendrán que optimizar los pocos recursos que sigan llegando de Europa. En cualquier caso hay que pensar que siempre vamos a quedar en un Objetivo 2, y Zamora lo cierto es que ha sufrido un desarrollo que ahí está y que se ve en los pueblos y en la ciudad, aunque eso no impide que se hubiera podido desarrollar más aún. Habrá que reorientar los fondos que lleguen. Si no hemos llegado al mínimo desarrollo del resto de España está claro que habrá que reorientar los fondos. También hay que dejar que la iniciativa privada crezca en Zamora, porque tiene muchos potenciales y podría ser una buena solución.

-¿Cómo se ve Zamora desde el corazón de Europa?

-Pequeña. A veces a mis compañeros les tengo que explicar dónde está y se la imaginan como un pueblo soso, frío y perdido en el Oeste. Es verdad que es una ciudad del Oeste y que cada vez está más despoblada, pero poco a poco cada uno en su lugar provoca que ese desconocimiento desaparezca. Lo que hago es animar a la gente que conozco a viajar a Zamora... Y muchos me hacen caso.

-¿Ejerce de Zamorano?

-Ejerzo de Zamorano donde vaya. Siempre lo he hecho y lo seguiré haciendo. No he encontrado ninguna excusa para no ejercer de Zamorano y perder los vínculos. En Bruselas tengo un coche con matrícula de Zamora y más de una vez me han parado para preguntarme, aunque confundan la provincia con Zaragoza. Pero es cierto que he encontrado a personas de la provincia, y eso es algo muy agradable.

-En cuanto a la región, ¿qué idea hay de Castilla y León en Bruselas?

-La región a nivel general es apreciada, aunque se sabe que está un poco olvidada. En Castilla y León se valora sobre todo la vida que se puede llevar en ella, aunque haya otras con grandes potenciales turísticos.

-¿Por qué el Parlamento Europeo es aún tan lejano para el ciudadano?

-Imagino que por falta de interés. Pienso que nadie se puede quejar de falta de información porque se facilita muchísima y de forma muy transparente. Hay páginas de Internet y los datos llegan perfectamente al ciudadano. Si se solicita algo la Unión Europea siempre responde. Es como todo, lo que hace falta es interés, ya que son instituciones cercanas que nunca están cerradas y que establecen muchas y variadas fórmulas de acceso.

«En mi casa siempre hay vino de Toro»

-¿Qué cosas echa de menos en Bélgica?

-Muchas. La gente y, sobre todo, la tranquilidad. En Zamora se vive a un ritmo distinto. El tiempo no pasa porque las cadencias son lentas. En el Parlamento Europeo el tiempo pasa muy deprisa, casi vuela, porque los ritmos de la vida son muy acelerados. También echo de menos la soledad. La despoblación, como la que sufre Zamora, tiene una ventaja en mi caso. Trabajo en un edificio por el que pasan cada día 6.000 o 7.000 personas. Por eso cuando llego a Zamora encuentro que se respira. Por supuesto disfruto de la comida y de esta alimentación más natural.

-¿Qué es lo que nunca falta en su casa?

-Casi nada, porque llevo de todo menos fruta. En mi casa siempre hay vino de Toro, por ejemplo. Es difícil pero se encuentra si vas a sitios especiales.

-¿Y qué productos consigue en una ciudad como Bruselas?

-Aunque de forma limitada puedes encontrar el vino y el queso en algún supermercado que otro, aunque no de todas las marcas que quieres.