-¿Desde cuándo estudia el fenómeno de la emigración castellanoleonesa a Cuba?

-Desde hace aproximadamente trece años. Tengo un antecedente familiar en Zamora, aunque muy lejano. Pero la razón no fue esa, sino un proyecto de investigación sobre la emigración española a Cuba que inicié hace quince años. En aquel momento conocí al director de cooperación iberoamericana, el zamorano Angel San Juan, sociólogo y especialista como yo en migraciones. Ahí comenzó todo. Luego contacté con el presidente de la asociación zamorana y me vinculé totalmente. En Zamora también empecé a colaborar con el director de la Uned, Juan Andrés Blanco.

-¿Cómo definiría a los emigrantes que llegaron a la isla procedentes de la Comunidad Autónoma?

-La emigración castellanoleonesa si bien cuantitativamente no llega a alcanzar el volumen de otras migraciones importantes, como la gallega, la asturiana o la canaria, sí tuvo un peso muy importante cualitativamente. Eso se ve reflejado en los cargos públicos que tuvieron desde el inicio de la Conquista. Fueron claves en la formación de pueblos y en el desarrollo social de la isla. La personalidad de muchos de estos emigrantes posibilitó que trascendieran una serie de familias nobles.

-¿Qué personajes han tenido influencia en el devenir de Cuba?

-Hay dos personajes zamoranos que me vienen a la mente de forma inmediata. Uno fue fray Juan de las Cabezas, nombrado obispo en 1604 y cuya historia ha servido incluso de inspiración a conocidos poemas en Cuba. El segundo llega a la isla en el siglo XIX, pero que realiza una labor fundamental ya en el siglo XX. Este señor, Veloso Guerra, natural de Fermoselle, viajó a Cuba en 1896 en el Grupo de Sanidad del Ejército de Operaciones en la isla, como otros tantos militares españoles que participan en la guerra. Al final de la separación entre Cuba y España él se queda. Ya en 1910 funda una librería que llegaría a ser una de las mejores del país, "Cervantes". Utilizó el nombre de este emblemático escritor.

-¿Qué pudo llevar a un militar a dejar las armas y volcarse en el mundo de la cultura?

-Pienso que desde el principio era un hombre de cierta cultura. Se convirtió en uno de los libreros más importantes de Cuba durante la primera parte del siglo XX. Tuvo una actuación muy destacada en este campo. Ya en 1926 se asocia con el propietario de la segunda gran librería del país, "La moderna poesía", de un gallego, y crean la sociedad Cultural S.A., lo máximo. Se importaban libros de España y se editaban obras... Tuvo un papel fundamental en la cultura de Cuba y se convirtió en el director de esta sociedad.

-¿Dejó patente sus inquietudes sociales?

-Sí. Tenía muy buenos contactos, mucho conocimiento y un equipo de colaboradores excelente. Veloso creó algo hasta ese momento desconocido en Cuba, porque vendía libros a los estudiantes a plazos. Les permitía que se lo fueran pagando poco a poco con el objetivo de que los pudieran utilizar. Además creó un premio con el que daba veinticinco monedas de la época a cada uno de los alumnos con los dos mejores expedientes de la Escuela de Medicina para que compraran libros. También creó una revista que funcionó desde 1935 hasta 1946 y que era bibliográfica. Una maravilla. Incluso el Gobierno le destinó un tiempo a los países latinoamericanos para hacer propaganda del libro cubano. Veloso Guerra falleció en Cuba a los ochenta años. Está enterrado allí. Fue un hombre fundamental en la historia del país.

-Antes se refería al obispo fray Juan de las Cabezas. ¿Hubo otros religiosos zamoranos que hicieron historia?

-Sí. Le podría hablar, ya en el siglo XX, de un sacerdote zamorano que se apellidaba Garrote y que hizo una magnífica labor. Era poeta y dirigió una serie de revistas religiosas muy importantes.

-Llama la atención que son personajes ligados sobre todo a la cultura y a la religión.

-Efectivamente, todos ellos tuvieron un papel destacado en esos ámbitos.

-La emigración de la provincia se origina fundamentalmente en las zonas rurales. ¿Sufren estas personas un duro proceso de adaptación al asentarse en la isla?

-Hay una importante emigración de pueblos como Fermoselle, que en su mayoría se instala en Santiago de Cuba. Pero la mayor parte de estas personas, que proceden de la zona rural, luego se convierte en comerciantes. En Santiago de Cuba y en Guantánamo estos emigrantes zamoranos y del resto de provincias de Castilla y León tuvieron mucho peso. De todas las provincias de la región Zamora es la que tiene más presencia en esa zona de Cuba. Los zamoranos destacaron en actividades comerciales e incluso llegan a fundar una sociedad, aunque no hemos conseguido recabar información sobre ella.

-A pesar de las lagunas que existen en determinados periodos, ¿es posible cuantificar la emigración que llegó a Cuba?

-Cada investigador baraja una cifra diferente. Yo he estudiado las travesías que realizaban los contratados, es decir los que llegaban ya con un puesto de trabajo. Son las personas que desembarcaban legales con su contrato, pero por supuesto hay muchos zamoranos que estaban en el país y que no aparecían en estos datos que facilitaban los capitanes de los barcos. Además están los que pelearon en la Guerra de la Independencia en las filas cubanas. Hay muchos elementos a tener en cuenta. Los castellanoleoneses que pelean en las filas cubanas, según los datos oficiales, son 63. Otra fuente que utilizo es un registro de españoles que se hizo en Cuba de 1899 a 1900. En ese momento se contabilizaron 3.218 castellanoleoneses, entre ellos 411 zamoranos que residían en Cuba y que quisieron seguir residiendo en la isla, distribuidos entre todas las zonas de la isla.

-¿Le parece una cifra significativa en aquel momento?

-Desde el punto de vista de lo que era Castilla y León sí tuvo significación, por supuesto.

«Siento una especial identificación»

-Zamora acaba de acoger el primer congreso sobre la emigración de Castilla y León que ha reunido en la capital a especialistas y representantes de distintos países del mundo. ¿Qué opinión le merece la iniciativa?

-Es algo excelente. Este congreso ha permitido abrir nuevas perspectivas. La Junta de Castilla y León ha realizado una apuesta muy importante y yo creo que también decisiva. Igualmente la Diputación de Zamora, como la Uned, se han volcado en la recuperación de esta memoria de la emigración y en la ayuda a los emigrantes que residen en distintas partes del mundo.

-¿Cree que se marca un punto de inflexión?

-Sí. Es muy importante y un estímulo muy grande para todos los emigrantes por el reconocimiento que supone para ellos. Es algo que no se había hecho hasta ahora. Desde un punto de vista personal, estoy muy agradecida a las instituciones zamoranas y castellanoleonesas porque hayan contado conmigo, ya que siento una especial identificación con esta tierra.