-¿Cómo un burgalés se convierte en presidente del Centro Zamorano de Buenos Aires?

-Yo soy de Burgos, efectivamente, pero integro la comisión directiva del Centro Zamoranos en Buenos Aires desde hace varios años. Antes de ello fui presidente de la Federación de Sociedades Castellanoleonesas de Argentina, entre 1990 y 1993. En ese momento contacté con los zamoranos y me involucré en esta colectividad. Tengo un concepto unionista y no separatista por provincias. Le gente del Centro Zamorano me aprecia y en un momento de cambio decidieron designarme presidente.

-¿La suya fue una elección polémica?

-No. Tuve el apoyo mayoritario y particularmente el respaldo del presidente hasta ese momento, Alfredo Miranda, un hombre al que aprecio. Quiero continuar su obra. En la actualidad tenemos más de 230 socios de los que la mayor parte son zamoranos originarios.

-¿Se siente zamorano?

-Es inevitable que tire siempre tu tierra. Pero cuando emigré a Argentina el concepto de autonomías no existía y la integración nacional y territorial era muy clara. Me siento castellanoleonés fundamentalmente, y dentro de ese concepto integro varias instituciones, como el centro burgalés, pero también el zamorano o el de Castilla. Insisto en que tengo un concepto de integración regional muy claro.

-Lleva poco más de un mes en el cargo. ¿Qué proyectos tiene a corto y medio plazo?

-El concepto cultural es de unión. Yo presido aún la comisión de cultura de la federación, y desde ese puesto he tratado siempre de defender esa cultura regional. Para el Centro Zamorano tengo la idea de darle un elemento de continuidad que en estos momentos está quizá cuestionado, como en todas las instituciones, por falta de juventud. Son centros en los que no se sabe si va a existir esa continuidad, porque la juventud está muy integrada con la sociedad argentina y no participa tanto como los emigrantes que llegaron hace muchos años al país.

-¿Su idea es rescatar a esa juventud para la asociación?

-Así es. Y ello sólo es posible a través de proyectos culturales que sean del agrado de ellos. Esa es una línea fuerte de trabajo. La otra es, evidentemente, cultivar el espíritu de la gente zamorana originaria, pero en cuanto a la unión. Hay algo que casi ha sido típico de nuestra raza, como la división y esas pequeñas rencillas... Eso hay que eliminarlo y convertir la institución en un centro de encuentros. También hay que continuar esta maravillosa articulación con el Gobierno de Zamora y sus autoridades. Ya me conocen y creo que existen muy buenas relaciones. Mi concepto parece sobre todo cultural, pero en el fondo hay una defensa de los zamoranos. Y he defendido siempre muchísimo a los zamoranos dentro de las instituciones españolas.

-¿Qué razones le llevaron a emigrar a Argentina?

-Yo llegué al país en condición de estudiante religioso. Emigré en el año 1958, cuando tenía 16 años. Fui a cursar mis estudios de magisterio allá pero me quedé en Argentina. Dejé la carrera religiosa y posteriormente me casé. Tengo hijos y hasta nietos. Me sigo dedicando a la docencia, pero a nivel secundario y terciario como profesor de Historia.

-¿Acceder a una pensión no contributiva del Gobierno español es aún el sueño de muchos emigrantes?

-El tema de las pensiones es hermoso y para muchas personas ha sido un paliativo importante, aunque no definitivo, porque hay gente con poco más de cincuenta años en condiciones económicas muy difíciles. Habría que ver la forma de incluir a estas personas y flexibilizar el régimen, aunque tampoco convertirlo en un elemento discrecional en manos de quienes dirigimos las instituciones. Por otra parte están los subsidios y ayudas para líneas culturales. Quiero potenciar otras actividades además de las que realiza el grupo de baile, como las literarias o teatrales.

-¿Cómo está la situación en el país?

-La situación en la Argentina todavía sigue siendo de emergencia. Remontar un momento en el que el 52% de la población está por debajo de la línea de pobreza es muy serio. Ahora el porcentaje ha bajado, pero la situación de la población no es buena porque lo pasa mal.