El estafador ha mudado sus formas. Internet es también el futuro para los delincuentes. A pesar de ello, todavía sus artimañas no son tan frecuentes como fáciles en Zamora, donde «las estafas por internet no son habituales». Eso sí, «la víctima suele perder cantidades importantes», explica un responsable de la Comisaría de la capital. De hecho, advierte que «internet es un lugar seguro, pero hay que tener precaución, no facilitar nunca las claves ni del correo electrónico ni de las cuentas o tarjetas bancarias».

Existen dos tipos de tales prácticas delictivas: la compra fraudulenta por la red, en la que tras abonar la cantidad que se exige o una parte del total «no se recibe la mercancía». En ésta sí juega un papel fundamental esa mentalidad de pagar menos por más. Las ofertas se cuelgan en una página web, la operación se cierra de forma personal, por chat o mensajería instantánea. La víctima envía el dinero y no recibe nada.

La Policía Nacional investiga en Zamora el origen de una cámara fotográfica de marca kodac, por la que abonó 500 euros y que llegó a su destino con la caja sin sellar y con defectos. La compra se hizo en Estados Unidos. Muchas más pérdidas sufrieron otros dos zamoranos que creyeron haber realizado la "operación" de su vida, uno de ellos con el desembolso de 12.000 euros por la compra de un vehículo de gama alta. Mejor parado, aunque también con una considerable pérdida, salió el otro, que entregó los 2.500 euros que le solicitaron para comprar otro vehículo que costaba 24.000 euros. A cambio sólo recibieron "aire". Y es posible que las cantidades perdidas fueran mayores, puesto que quien ha sido víctima suele ocultar la cantidad que realmente ha perdido por la vergüenza de haber sufrido el timo.

Otra cosa son las estafas que se realizan a través de transferencias electrónicas, otra modalidad de estafa en la red. El timo se realiza a través de una llamada de teléfono o con el envío de un correo electrónico. En ambos casos el interlocutor se hace pasar por un empleado de la compañía de teléfono o por un responsable de la entidad bancaria. En el transcurso de la conversación utilizan datos personales del futuro timado con lo que tratan de ganarse la confianza de su víctima. Cuando lo logran, le piden la clave de acceso a su cuenta bancaria por internet. Cuando lo consigue, la estafa está servida y las sustracciones de dinero se realizarán de una sola vez. Se trata de actuar lo más rápido posible y desaparecer.

Víctima de uno de esos timos fue un establecimiento zamorano, que recibió una supuesta llamada de la compañía de teléfonos en la que se le solicitaban las claves de acceso a su programa al objeto de mejorar el sistema. Los suplantadores de la compañía alegaron que el sistema había tenido fallos últimamente. El resultado fue una estafa de 10.000 euros en recargas para teléfonos móviles.

Otro modo de lograr esa clave es mediante la instalación de un "troyano" en el disco duro: se encargará de copiar todas las operaciones que hace el propietario del ordenador y de transmitir todos sus datos a quien ha urdido la estafa. El "intruso" llegará al ordenador a través de un correo electrónico. Por tanto, nunca hay que abrir un correo que no sepamos de quién es. Esa mala experiencia tuvo un zamorano que perdió 500 euros. Se baraja que recibiera un correo electrónico infectado o que entrara en una página web simulada del banco.

Precisamente ése último consiste en que el delincuente cuelga en internet una réplica de la página web de un banco y todo aquel que entre en esa pantalla dejará la contraseña y los datos bancarios que servirán para "saquear" la cuenta corriente del internauta. A la menor anomalía de ese tipo de páginas, se recomienda salir de inmediato.

Aunque sin ser propias de internet, existen las estafas con tarjetas bancarias clonadas a través de artilugios que el delincuente instala en los cajeros automáticos y que copian el pin y la banda magnética. Esos datos son posteriormente trasladados a otra tarjeta en la que imprimen el nombre del titular de la clonada para operar en los cajeros. Otra variedad consiste en pasar la tarjeta por lo que se denomina "bacaladera". Normalmente se hace en autopistas de peaje y en algunos comercios. Nunca hay que perder de vista la tarjeta. Copian la banda magnética y los datos se trasladan a otra, en la que figurará el nombre de una tercera persona que dispone de pasaporte o documento de identidad. Tampoco hay que facilitar el número pin, aunque el interlocutor esté dando los datos personales a su propietario y le explique que es para actualizarla. Quien le reclama esa información le ha robado la tarjeta y la usará para extraer dinero.