Su posición moderada y ajena a cualquier exaltación fue decisiva para que la iniciativa de IU no encontrara oposición en la Comisión de Cultura. Felipe Anciones Fernández forma parte de aquella generación de jóvenes pertenecientes a profesiones liberales (ingenieros llegados a las obras de los Saltos del Duero, arquitectos, abogados?) que contribuyeron a crear una clase dirigente de mentalidad más abierta en una provincia atrasada y pobre. Había nacido en Salamanca y ejercía como médico en el Hospital Provincial, dependiente de la Diputación. Era uno de los cuatro hijos de un matrimonio de la burguesía salmantina, pero destacó siempre por su pensamiento progresista. De la mano de Angel Galarza fue vocal de la junta directiva del Partido Radical Socialista en 1933, según explica Cándido Ruiz, coautor junto a Juan Andrés Blanco del libro "Las voces represaliadas de Zamora". «Cuando el partido se deshace, la mayoría pasa a integrar Izquierda Republicana (fundado en 1934 por Manuel Azaña tras la fusión de Acción Republicana y el Radical Socialista). Anciones desempeñaría el cargo de vicepresidente de la junta directiva local de Zamora» hasta que fue asesinado en 1936.

Pero el doctor destacaba sobre todo por su preparación intelectual y por su prestigio profesional, indiscutible hasta para sus enemigos políticos. Su muerte causó una auténtica conmoción entre sus colegas de profesión. Su viuda, Emilia Cea y sus dos hijas, Manolita y Queti, adolescentes cuando quedaron huérfanas, abandonaron el domicilio zamorano del número 3 de la calle Viriato poco después del fusilamiento del médico contra las tapias del cementerio de San Atilano. Se mudaron a Madrid y allí instalaron su residencia en el 25 también de la calle dedicada a Viriato. Nadie sabe si aquello fue algo más que una simple coincidencia con el pasado zamorano de la familia.

Los descendientes del médico guardan los recuerdos de Felipe Anciones obtenidos a través de los relatos de sus mayores. «Estaba a la cabeza de su profesión. Era hijo de Juventino, hermano de mi abuelo Gregorio. Tenía otros dos hermanos, Felipe e Isabel, y uno más que murió de pequeño. Una vez coincidí con una paciente suya. "¿Anciones?", me dijo. "Era mi médico, una gran persona, siempre pendiente a la cabecera de sus pacientes. Si te veía por la calle te paraba y te preguntaba cómo estabas. Tenía un trato muy cordial"», rememora Arsenia Anciones, prima carnal del doctor.

Aquel trato con los pacientes distaba mucho de la norma que observaban otros médicos de la época. «En mi casa éramos cinco hermanas y siempre había alguna que estaba enferma. Recuerdo que llegaba, se sentaba en la cama y nos miraba la garganta . Era muy alegre, le gustaba jugar con nosotras. De su aspecto físico, no se me olvida una verruga que tenía en el lado derecho de la cara. Sus dos hijas y su mujer eran muy guapas, siempre iban muy bien arregladas», relata Pilar Merino, hija de Higinio Merino, presidente provincial de Izquierda Republicana, cuya vida correría idéntica suerte a la de su amigo y compañero de filas.

La noche del 18 de julio de 1936, consumado el golpe de Estado, Anciones y Merino, junto con otros dirigentes políticos zamoranos acudieron al Gobierno Civil en busca de noticias de Madrid. Anciones había declinado el consejo que le había hecho el liberal Pedro Almendral, tal y como narra el historiador Miguel Angel Mateos en su "Historia de Zamora". «Le recomendó que huyese de Zamora, que tuviera en cuenta que era salmantino sin relaciones familiares en Zamora, donde estaban deteniendo a dirigentes y activistas significados de izquierda. Anciones le respondió que nada había hecho y nada tenía que ocultar». Como tantos otros, nunca pensó en que la irracionalidad más brutal impondría su mano de hierro desde aquel momento. Fue encarcelado el 26 de julio por orden gubernativa y fusilado el 14 de agosto del 36. Tenía 47 años. La destitución de su cargo en la Diputación Provincial se produjo 17 días después de su asesinato, el 31 de agosto. En la "ficha informada" de la institución se le identificaba como «socialista, introductor del comunismo» en su "adscripción ideológico-político-sindical". En el apartado "otros datos" figura anotado: "detenido, muy inteligente".

Al doctor Anciones no se le perdonaba ni su cultura, ni su lucidez ni su cercanía con clases sociales más bajas. Partidario de extender universalmente la educación a la que, por entonces, sólo accedían los más privilegiados, era conferenciante habitual de la Casa del Pueblo y la Federación Universitaria Escolar. De ideas avanzadas para la época, «en el año 36 publicó un artículo sobre "Intersexualidad" en "La Tarde", una revista de la UGT"», apunta Cándido Ruiz. La atribución de su condición de comunista podría venir de su participación en el manifiesto del año 33 de "Amigos de la Unión Soviética", que nunca llegó a materializarse. «Anciones era muy moderado de pensamiento. Aquella admiración por la Unión Soviética respondía más a los avances que en ese país se había conseguido en materia de educación y sanidad que a una ideología concreta», añade el historiador. Ejercer como perito de la acusación en el juicio por el asesinato del joven comunista Rafael Ramos Barba, "El Pelao" del barrio de Olivares, caso en el que Galarza actuó como abogado de la familia de la víctima, no hizo más que avivar el odio de la extrema derecha contra Anciones.

Alrededor de la muerte del médico hubo quien especuló con la participación del doctor Dacio Crespo en su detención por una cuestión de "envidia profesional". Algo que descarta Miguel Angel Mateos, quien da detalles de que fue a Crespo, precisamente, a quien acudió la esposa de Anciones en busca de ayuda y que este trató de buscar la intercesión del gobernador civil, sin resultado alguno. Emilia Cea, ya viuda y trasladada a Madrid todavía tuvo que sufrir una última afrenta: a su marido le abrieron expediente de responsabilidades civiles. El número 1 del Boletín Oficial de la Provincia del 15 de marzo de 1937. Eso significaba, en la práctica, el embargo preventivo de todos sus bienes. El expediente concluyó en 1943 con una sanción de 5.000 pesetas de la época. La propia Emilia Cea Flores pagó la multa el 13 de marzo de 1944. En Zamora, el cuerpo del doctor yace en una fosa común sin identificar junto a otros asesinados cuya memoria simbolizará, a partir de ahora, el nombre de Doctor Felipe Anciones.