"Fue". Como el tiempo desvanecido, pero vivo en la memoria. Así titula Jesús Hilario Tundidor (1936) su último libro, que aparecerá a mediados del próximo mes. La obra, que inaugura la colección "Cálamo Poesía" -es dirigida por otro autor: César Augusto Ayuso-, presenta composiciones «elaboradas por el zamorano a lo largo de los últimos cuatro años», indican fuentes de la editorial palentina.

El poemario «se halla en coherencia con su trayectoria literaria anterior» y, además, «acierta a transformar una experiencia vital coyuntural en un poemario trascendente en torno a constantes como la vida y el amor, la muerte y la fugacidad del tiempo, la cultura y la creación poética, habituales en la docena de poemarios anteriores», apunta J. Angel Zapatero, responsable de la editorial.

La obra se halla estructurada «en dos partes y sentidos complementarios». Y «atesora su particular lenguaje a un tiempo transgresor y ancestral, en todo momento musical y sorprendente». Así, "El ojo de la lluvia", que constituye la primera parte, agrupa ocho breves poemas en prosa, que son «ejemplo de condensación lírica». La segunda, "Cátedra de San Jorge", es -así se resalta- «un discurrir intenso, apasionado y alucinado por toda una vida».

Hilario Tundidor, en sus "Palabras para una identidad poemática", apunta que «los primeros ensayos de "Cátedra..." fueron pensados o escritos en los meses de mayo y junio del año 2003, durante el tiempo que sometieron a radiaciones el carcinoma detectado en mi laringe». Con igual realismo, explica: «Para liberar mi sensibilidad y mi espíritu de estas preocupaciones, activé los resortes de mi comunicación ocurriéndoseme que lo mejor sería llevar aquella experiencia preocupante al mundo mágico de la creación poética». Lo hizo. Y se confiesa: «Dejé fluir la acechanza lírica de mi pensamiento, libre, como en cacería a campo abierto, no en escritura automática». Más que nunca, aquello realizaba una «función catártica».

El autor guardó «los primeros apuntes» transcurridas «aquellas semanas». Y pasaron los días. «Mucho tiempo después vine a encontrarme con ellos en el ordenador de manera casual. Mi primera intención fue borrarlos». No lo hizo así, aconsejado por su hijo Pedro, que los leyó «detenidamente». Determinó «organizar y estructurar su contenido», labor no exenta de dificultad. Comprendió de inmediato que «aquellos versos tenían recogido el mundo emocional indirecto que ocupó una de mis mejores y más intensas experiencias creadoras poéticas»... Los lectores de poesía están de suerte. La obra de H. Tundidor es una forma de revelación del mundo.