La Asociación de Vecinos de Pantoja ha solicitado al Ayuntamiento de Zamora que medie ante Iberdrola para soterrar, o eliminar, un transformador eléctrico que la empresa mantiene en la calle Granados y que, para algunos vecinos, podría estar relacionado con el fallecimiento de varias personas que habían enfermado de cáncer.

Las sospechas, surgidas ya hace unos años, han provocado el «nerviosismo» de una buena parte del vecindario. Sea o no fruto de esa circunstancia o de la mera casualidad, en los últimos diez años han fallecido de cáncer unas quince personas, la mayoría jóvenes de entre 30 y 40 años, que residían en tres portales de la misma calle en la que se ubica el transformador.

La petición ya fue trasladada a la actual alcaldesa, Rosa Valdeón, con anterioridad a las elecciones municipales, en la visita que giró al barrio de Pantoja la entonces candidata popular a la Alcaldía zamorana. «Ella, que es médico, nos dijo que no está demostrado que un transformador pueda provocar cáncer, y puede que se trate sólo de una coincidencia, pero la gente está nerviosa», se hace eco en la Asociación de Vecinos Fernando III-Pantoja, su presidenta, Tina Domínguez. La responsable de la agrupación mantiene la esperanza en que la presión vecinal arroje sus frutos, mientras anuncia una campaña de recogida de firmas para comienzos de 2008 en caso de no dar resultados positivos las gestiones que pueda realizar el colectivo vecinal en un plazo de dos meses. «A ver si entre todos podemos hacer algo», confía otra vecina, consciente de la dificultad al ser Iberdrola una «mole de mucho peso». Con todo, «hay lugares donde los han quitado». La alarma social generada por este tipo de instalaciones no es nueva, aunque los supuestos perjuicios para la salud sean negados por la misma Iberdrola, amparándose en «múltiples estudios». «La comunidad científica, de forma unánime en todo el mundo, descarta que los transformadores tengan efectos perjudiciales para la salud».

De la reivindicación ha tomado ya nota la concejala de Barrios, Rosario Rodríguez. Además, la Asociación tiene previsto solicitar nuevamente a Iberdrola el soterrado del transformador. «Ya hace años escribimos una carta a Iberduero, que nos contestó que soterrar cuesta mucho dinero», recuerda Domínguez. Ahora, los vecinos quieren volver a la carga. «Estamos cansados de esperar», se lamenta la presidenta de la asociación vecinal mientras admite que los temores apuntados han generado «un poco de psicosis» en el barrio.

Domínguez es consciente de que «no hay nada demostrado», al igual que sucede con las denuncias vecinales que han relacionado en otras ciudades del país el cáncer con las antenas de telefonía móvil. De la misma manera entiende que «tampoco un inspector de sanidad puede garantizar lo contrario, que no es peligroso un transformador, eso no lo puede asegurar ni él».

A las sospechas sobre una posible vinculación entre el transformador y los casos de cáncer se une el estado de «abandono» en que se encuentran las instalaciones, de donde «salen ratas», según una vecina.

Los vecinos insisten en la necesidad de soterrar o quitar el transformador aunque «sólo sea por estética», y ante la consideración de que una infraestructura en «tan malas condiciones», con pintadas y foco de «maleza y basura», se ubica «en mitad de la ciudad».