- Acaba de tomar posesión como consejero del Consultivo y en unos días se convertirá en su presidente. ¿Es positivo, con vistas al trabajo que se le avecina, que su nombramiento parta de un amplio consenso político?

- Creo que es imprescindible. En mi caso paso de la política partidaria y disputada a la política institucional, que requiere que las instituciones estén respaldadas por el consenso de todas las fuerzas políticas. Mal papel haría yo de presidente de un Consejo Consultivo que tiene que estar al servicio de nuestra Comunidad con objetividad, veracidad e independencia, si no tuviera de antemano el respaldo de todas las fuerzas políticas.

- Llega precedido de una fama de batallador e incluso de polémico. ¿También va a dar la batalla en su nuevo cometido?

- Cada órgano tiene las funciones que le corresponden, y el Consultivo lo que tiene que hacer es ilustrar al que Gobierna antes de tomar una decisión con dictámenes técnico-jurídicos. Desde el punto de vista de la política clásica no hay ningún tipo de batalla que dar. No sé exactamente cómo va a ser mi función al frente del Consejo Consultivo, pero sé cómo es mi carácter. También sé que le pongo pasión a todo lo que hago, y que me identifico mucho con las funciones que me han ido correspondiendo en la vida. Intentaré imprimirle ese carácter, que no es precisamente apático.

- Su destino, al menos a medio plazo, ya está ligado a Zamora. ¿Qué le parece la ciudad?

- Desde que he tomado posesión como consejero en una institución ubicada en Zamora comparto mi legítima ciudadanía leonesa con una nueva vocación zamorana. Y a partir de este momento me convierto, allá donde vaya, en embajador zamorano. Estoy dispuesto a vender las maravillas de esta tierra donde haga falta.

- ¿Es consciente de que el Consejo Consultivo es aún una institución desconocida entre los ciudadanos?

- Quizá es cierto que hay mucha gente que no conoce exactamente las funciones del Consejo Consultivo. Y eso requiere una labor pedagógica de explicación tanto por todos los consejeros como por mí como presidente. Hay que dar a conocer el importante trabajo que se realiza. En ese sentido todo lo que sea accesibilidad al público es positivo. Sería bueno dar la mayor difusión posible a los dictámenes que el Consejo realiza. Hay que pensar también que está integrado por personas de un gran prestigio; el que menos lo tiene soy yo. Ahí están, por ejemplo, ex presidentes de la Junta y de las Cortes de Castilla y León. Sólo con su presencia, palabra y trabajo contribuyen. Creo que hay que estimularles a que trasladen sus vivencias, opiniones y experiencias desde un punto de vista político y personal a nuestra Comunidad.

- ¿Qué propone para dar a conocer el Consejo Consultivo?

- Hay un problema, y es que de momento estamos en una sede transitoria. Es bueno que las instituciones se identifiquen con edificios singulares, en este caso con sedes emblemáticas, como es deseable para el Consultivo. La nueva sede, en pleno conjunto histórico, va a permitir que de forma inmediata los ciudadanos se acerquen a la institución. Pero hoy por hoy el carecer de una sede emblemática es un obstáculo para que los castellanoleoneses, y especialmente los zamoranos, se sientan más identificados.

- Llega con la primera piedra colocada. ¿Su objetivo es ahora agilizar las siguientes hasta conseguir el edificio?

- Sí. Las obras parece que pueden ir a buen ritmo. Si no hay problemas arqueológicos hablan de unos veintiún meses de ejecución. Por tanto, creo que en agosto de 2009 estará construido, quizá incluso antes. Lo más importante, que es la adjudicación, ya está en marcha, con un proyecto arquitectónico que es magnífico

- Esta nueva responsabilidad le ha obligado a dimitir como senador y, además, como concejal del Ayuntamiento de León. ¿Qué sensación le produce dejar la política local después de doce años?

- La política municipal imprime carácter. Los que ha sido alcaldes siempre van a ver la ciudad como algo propio. Yo sigo preocupado por obras o circunstancias de la ciudad, porque llega un momento que marca y ocupa toda tu vida. Yo sé que tenía que dejar la política municipal, porque todo tiene sus momentos, y creo que para mí ha sido bueno lo que ocurrió hace unos meses y esta nueva situación. Creo que he contribuido a la transformación de la ciudad de León y que he hecho muchas cosas por la ciudad, pero también creo que hay un momento en la vida que hay que decir hasta aquí.

- ¿Qué gana Zamora como sede del Consejo Consultivo, además de un edificio singular?

- La Comunidad Autónoma puede y debe descentralizarse. Que sus sedes de autogobierno estén en capitales como Zamora hace que sus ciudadanos se sientan aún más protagonistas de la historia y de la política de Castilla y León. A mi juicio es bueno que haya sedes distribuidas por toda la Comunidad.

- ¿Están los municipios castellanoleoneses preparados para asumir las nuevas competencias que se avecinan?

- Sí, y muchos ya las están ejerciendo. Su problema no es tanto ejercerlas como que les reconozcan una financiación adecuada. Aproximadamente el treinta por ciento de las competencias que realizan todos los ayuntamientos son impropias. Lo primero es que se reconozcan como propias de los ayuntamientos, segundo que se doten económicamente de manera adecuada, y tercero que el proceso descentralizador siga adelante. La Administración local, por cercana, próxima e inmediata, es la más eficaz.

- ¿Qué futuro augura a las diputaciones?

- El papel que tienen es el de ayuntamiento de ayuntamientos, y precisamente en una Comunidad Autónoma donde el número de municipios es desorbitado. Tienen mucho sentido.

- ¿Cree que el lendakari Ibarretxe seguirá adelante con su referéndum de autodeterminación?

- De momento es una estrategia preelectoral. Tengo la impresión de que el lendakari, a sabiendas de que constitucionalmente no es posible convocarlo, recurre a ello para tensar la cuerda y arrebatar votos de las tendencias más abertzales en el País Vasco. Pero esta estrategia tiene un antes y un después de las elecciones generales. Nadie puede decidir unilateralmente algo que corresponde a todos los españoles.

- Ana Botella ha asegurado que no tiene ningún problema en condenar el franquismo. ¿Y usted?

- Tampoco tendría inconveniente. Pero creo que los fracasos históricos son fracasos históricos, y una nación no puede estar satisfecha de haber tenido en el siglo XIX las guerras carlistas, y en el XX la Guerra Civil. Probablemente murieron más personas en las primeras que en la segunda. Para lo bueno y para lo malo tenemos una historia que tenemos que asumir en su conjunto. Pero lo que no hacen los pueblos es repasar permanentemente los hechos más desgraciados para resarcirse, porque eso carece de sentido. En la Constitución del 78 se optó por la reconciliación definitiva de todos los españoles. Para mis hijas, la distancia con la Guerra Civil española es la misma que la mía con las carlistas, y no tengo ninguna necesidad, ni creo que sea bueno, de explicar a mis hijas que aquí nos hemos dado históricamente de mamporros. Cuando antes lo olvidemos mejor.

- Aumenta el número de inmigrantes en Zamora y en el resto de la región. ¿Es positivo o un motivo de preocupación?

- Es un motivo de preocupación porque tenemos una población muy envejecida. Los nuevos empleos que generamos no son para castellanoleoneses, sino que son para inmigrantes, lo cual me parece muy positivo desde otro punto de vista. Tenemos que intentar que Castilla y León aumente su población y que haya un aumento de la natalidad. La inmigración en sí misma es positiva, siempre que haya empleo y una situación económica que permita absorber esos nuevos trabajadores.

- ¿Cree usted, como algunos, que la monarquía española atraviesa por horas bajas?

- No. Toda la situación se ha exagerado. Para mí la monarquía no es un rey, sino un símbolo, una institución que representa una persona. ¿Qué garantiza? Pienso que garantiza la unidad de los españoles, una serie de valores democráticos, con la monarquía parlamentaria, y estabilidad. La institución monárquica, analizada en nuestra historia, es fundamental para nuestro presente y para nuestro futuro. Y hay que hacerlo con objetividad. Es una institución que ha prestado grandes servicios a nuestro país, y que en los últimos treinta años, con el Rey Juan Carlos, ha impulsado la transición democrática y ha permitido los años de mayor crecimiento económico y de creación de riqueza en el país.