Tres personas han sido detenidas en Zamor, junto a otras 13 en otros puntos del país, dentro de una operación policial a nivel nacional que desarticuló una organización criminal dedicada al blanqueo de capital procedente de la venta de objetos robados, lo que se denomina delito de receptación, en este caso se trataba de artículos sustraídos en domicilios, que operaba desde 2008 en España y liderado por un bosnio. El grupo, integrado por individuos españoles, colombianos y búlgaros, tejió una red societaria y criminal que operaba desde el año 2008.

La organización almacenaba una enorme cantidad de metales preciosos en su poder, fundamentalmente oro, procedentes del robo en interior en viviendas, que fundían de forma artesanal para transformarlo en lingotes y fraudulenta para su posterior introducción en el mercado legal. El dinero obtenido se invertía en la compra de inmuebles, obras de arte y dinero virtual.

Diamantes, arte y casas

La Policía intervino cuatro diamantes valorados en 2.600.000 euros; 720 monedas de oro valoradas en 1.100.000 euros; 390.000 euros en efectivo; 14 relojes de lujo y 14 iconos ortodoxos. Además, los agentes bloquearon un monedero virtual con gran cantidad de criptomonedas por valor de 220.000 euros, más de 30 inmuebles en España y varias cuentas bancarias en España y Bulgaria.

La investigación comenzó cuando los agentes supieron de la existencia de una organización criminal dedicada al blanqueo de capitales. Los fondos ilícitos procedían de la venta de artículos comprados a ladrones que robaban en viviendas, delitos cometidos por toda la geografía nacional, y del tráfico de droga a pequeña y gran escala.

Los investigados compraban gran cantidad de metales preciosos, fundamentalmente oro, y relojes de alta gama robados y los almacenaban en la trastienda de diversos establecimientos de compra venta que no controlaba la Policía. En esos mismos establecimientos, o incluso en sus domicilios particulares, procedían al fundido de forma artesanal y fraudulenta sin las medidas de seguridad ni el registro pertinente, logrando anular la trazabilidad que las piezas de joyería pudieran tener. Una vez fundido el oro y convertido en lingotes, planchas o granalla era introducido en el mercado lícito nacional o internacional a través de empresas de transporte de metales preciosos que actuaban en connivencia con la red.