Guelph es la localidad de la provincia de Ontario (Canadá) donde este curso está estudiando Sergio Fernández Santamaría, alumno del IES Maestro Haedo, gracias a un de las becas Amancio Ortega que cada año ofrece esta fundación. Nada más pisar el instituto de Centennial Collegite Vocational, este zamorano vio mil y una diferencias con su centro de estudios en Zamora. "Para empezar, es mucho más grande y con más alumnos. Las instalaciones deportivas son más completas, hay piscina cubierta, pistas de tenis y atletismo o canchas de baloncesto. Además, tiene instalaciones para estudiar materias como fotografía, mecánica, salud o robótica", resume.

Unas diferencias que también son palpables en el sistema educativo. Con ocho asignaturas -cuatro por semestre- la labor del profesor se centra "en guiar en el aprendizaje, pero es el alumno quien debe aprender explorando, investigando y haciendo trabajos y muchos deberes. Al tiempo que descubres cosas nuevas te haces preguntas, que es lo que pretende el profesor para que aprendas", explica este alumno. "Es como una enseñanza más práctica y como esto lleva mucho tiempo, se da menos materia que en España", compara.

Sobre las asignaturas que ha escogida en cada uno de los semestres apunta algunas habituales como matemática, inglés, francés, historia o educación física y química. Pero también se ha decantado por cocina y cultura, "en la que se aprende la vida de distintos países y sus platos típicos", o salud, "que trata del estudio del cuerpo humano y enfermedades, donde también acudimos al laboratorio y hacemos prácticas de primeros auxilios", detalla.

A pesar de las horas que invierte en su formación, este zamorano también ha sabido sacar tiempo para continuar con sus pasiones como el waterpolo. "Entreno cuatro días a la semana, es un deporte que me encanta y ya practicaba en Zamora". A ello ha sumado su participación en el club de frisbee o de matemáticas, donde ayuda a chicos de grados inferiores.

Además de descubrir esta nueva forma de aprender, Sergio también ha tenido suerte con la familia de acogida. "Es encantadora, me hacen sentir como uno más", agradece. Con este matrimonio canadiense ha podido ir a conciertos, ver partidos de la liga nacional de hockey, de fútbol americano o de baloncesto. Esta completa inmersión le ha ayudado, y mucho, con el idioma. "He mejorado tanto en comprensión como en la expresión oral y escrita, pero todavía tengo mucho que aprender. Hasta sueño en inglés a veces", desvela.

A estos avances también le ha ayudado su relación con los compañeros de instituto. "Hay muchos internacionales, sobre todo asiáticos, pero también italianos, mexicanos, brasileños y españoles", enumera. "A mí no me ha resultado difícil hacer amigos, ya que la gente es muy abierta y siempre trata de ayudarte, incluso sin pedírselo. Siempre que te ven en apuros te intentan echar una mano", añade.

Las bajas temperaturas de Ontario -donde han llegado a alcanzar los 25 grados bajo cero- es la única "pega" que pone a esta experiencia. "Yo venía con la idea de que los canadienses eran un poco más fríos, menos acogedores que nosotros, pero para nada es eso. Han resultado ser muy abiertos, muy amables y acogedores", describe.

Por todo ello, asegura que este curso en el extranjero le está ayudando a desenvolver en situaciones que experimenta por primera vez "cuando te ves en otro país sin tu familia. Esta experiencia te abre la mente en cuanto a entender otras culturas, tanto la canadiense como de otros países, cómo se comporta la gente", subraya. A quien se esté planteando la posibilidad de solicitar esta beca para el próximo curso le anima desde Canadá. "Me parece una experiencia increíble la de irte a otro país por diez meses, no solo porque te ayuda a madurar mucho como persona, sino porque además tienes la oportunidad de visitar sitios increíbles, probar muchísimas cosas nuevas y conocer gente maravillosa de muchos lugares del mundo", asegura.