Del "toc toc" al "din don", pasando por el "riiiing" hasta llegar a nuevos tonos musicales. Los timbres tampoco han logrado escapar a la modernización en su sonido y apariencia. La mayoría han sido sustituidos por los porteros automáticos, esos grises telefonillos que restan la emoción del quién será al abrir la puerta, pero algunas viviendas antiguas continúan preservando este lenguaje que ahora centra la exposición "Vecinos-Vizinhos" en el Museo Etnográfico de Castilla y León.

En 1994, de camino a su antiguo estudio situado en Balborraz, Chema Jambrina se fijó en uno de estos pintorescos timbres. Sacó su Nikon 35 milímetros y lo fotografió. Esa imagen analógica supuso el comienzo de una poética colección de pulsadores que le llevó hasta Oporto -la "ciudad hermana" de Zamora, tal y como él mismo expresa-, donde continuó inmortalizando estos singulares llamadores. Los hay circulares y rectangulares. Sobre ladrillos rojos o azulejos. Incrustados en la pared o incluso sobre las propias puertas de madera. Unos tienen dibujada una campanita y otros una corchea, como los de Natalia y D. Lidia.

En palabras del propio artista, las 25 fotografías "atestiguan un lenguaje que llama la atención. Ya casi nadie pone su nombre, todos queremos ser menos evidentes y sin embargo aquí cada pulsador es de una manera. Forman un collage muy interesante y una poética de lo que se escapa, de lo que poco a poco va terminando", explica. En 2009, la serie fotográfica fue laureada con el Premio a la Creatividad Arte en la Frontera de la primera edición de los galardones de Cooperación Transfronteriza. Las fotos fueron distinguidas pero nunca exhibidas hasta que Chema Jambrina decidió llamar a las puertas del Etnográfico. Su director, Pepe Calvo, lo tuvo claro desde el principio: "Las fotografías nos parecieron tremendamente sugerentes, con un interés poético y etnográfico muy potente", reconocía ayer durante la inauguración de la muestra en la rampa del Museo. "Un espacio geográfico urbano", al decir de la conservadora Ruth Domínguez, que entronca con las calles de Zamora y Oporto y en el que se aprovecha su pendiente para generar "distintas alturas, volúmenes y ritmos".

Además, las fotografías expuestas cuentan con textos de Elena Menéndez, hermana del artista, que dialogan con las imágenes evocando escenas cotidianas ligadas a los timbres, como la recepción de cartas, la llegada de visitas o incluso las inocentes (y adrenalínicas) bromas de quienes pulsan el botón y salen corriendo.