El exhaustivo registro efectuado en el domicilio familiar del adolescente, en la calle Río de Castrogonzalo, permitió a la Guardia Civil recabar pruebas decisivas que, desde un primer momento, dirigían las miradas de la policía hacia el hijo pequeño del vecino del pueblo apodado "El Pastor", conocido en la zona de los Valles como "El Fostrón", de iniciales J.A.A.C, a quien su vástago delató como el autor del asesinato de Leticia Rosino Andrés, de 33 años, el 3 de mayo. Calculó mal: la sangre hallada en una de sus prendas de vestir, tras cotejarlas con el ADN de la joven asesinada, no solo le situó en el lugar del crimen, sino que terminó por conformar una prueba decisiva para estrechar el cerco policial sobre el menor y conseguir tras 48 horas de trabajo policial y judicial echar abajo la versión del joven. A esta prueba se sumaron las contradicciones del adolescente durante los interrogatorios realizados en las dos reconstrucciones de los hechos efectuadas en presencia de padre e hijo, los sospechosos principales durante esos dos días.