Durante más de un minuto, la plaza de la Constitución de la capital ha enmudecido hoy a las doce del mediodía en recuerdo de Leticia Rosino. En torno a trescientas personas han secundado la convocatoria lanzada ayer por un colectivo feminista a raíz del asesinato de la joven el pasado jueves en Castrogonzalo.

Portando pancartas con los mensajes "Todas somos Lety", "Leticia sí se defendió" o "Valientes ya somos, nos queremos vivas y libres", los asistentes han guardado en su memoria un emotivo minuto de silencio, roto por los aplausos y los cánticos de "Si nos tocan a una, nos tocan a todas", "Ni una menos" y "Tranquila, hermana, aquí está tu manada", en alusión también a la joven violada en los Sanfermines de 2016 por los cinco integrantes de "La Manada".

"Conocía a la familia de la víctima, me siento muy mal", titubeaba una mujer. "He hablado con mi amiga, están muy mal lo siento", decía antes de romper a llorar. "Nos parece deleznable que una chica ni pueda pasear ni a plena luz del día, puede pasear a todas las horas del día que quiera, pero ni a plena luz del día en su propio pueblo, nos parece horrible", lamentaba una joven. "Hoy luchamos por ella y por todas las mujeres que faltan, esperamos que no falte ninguna más".

La pregunta: ¿Hasta cuándo? "Esperemos que ni un minuto más pero por desgracia hasta que los poderes no tomen unas medidas de verdad reales y eficaces...", sugería. "En realidad consideramos que esto solo es un síntoma de la diferencia estructural que hay entre hombres y mujeres, bueno entre todo lo que no sea un hombre cisgénero", apostillaba otra joven. "Vamos a seguir luchando día a día por un mundo más justo, la importancia está en la educación".

En la misma línea, otra mujer se preguntaba: "¿Qué personas estamos educando?". Ataviada con una camiseta de color morado con el mensaje "Vivas, libres, unidas por la igualdad", también coincidía en el origen de esta lacra. "El problema es estructural, hay que cambiarlo todo, desde la raíz. Tenemos que luchar por el feminismo radical y dejar de darle connotaciones negativas a la radicalidad". Como maestra y madre, criticaba la normalización de gestos en las aulas del colegio de su hijo. "Entre los niños y niñas de la clase de mi hijo no existe esa igualdad, se normalizan cosas que cuando tú verbalizas te dicen que exageras y yo creo que son el caldo de cultivo de la violencia machista, por ejemplo que la profesora les diga que los niños siempre tienen que dejar pasar a las niñas. Eso hace que los niños vean a las niñas desde un punto de vista muy patriarcal, muy de que hay que protegerlas. Yo entiendo que a muchas mujeres les gusten estos gestos, pero son gestos machistas que como he dicho antes son el caldo de cultivo de toda esta violencia y de los asesinatos", criticaba no sin defender también la labor del profesorado. "Todos al final somos víctimas de la educación que tenemos que es muy difícil arrancarla, pero poco a poco tenemos que ir abriendo los ojos y siendo muy conscientes de cuál es el problema de verdad: la educación".