Lo decía Christoph Strieder después de la reunión mantenida en Valladolid con la consejera de Cultura: "Es un trabajo que nos va a llevar muchos años, pero debemos emplearnos a fondo para conseguirlo". El objetivo del Ayuntamiento de Zamora de obtener la declaración de Paisaje Cultural Mundial por parte de la Unesco va a costar sudor y lágrimas a toda la ciudad. Tanto el Consistorio como la plataforma Zamora 10 han mostrado ya su disposición de estrechar la colaboración para recibir el ansiado marchamo de calidad de Naciones Unidas, pero el organismo internacional quiere más. Quiere implicación social, quiere que Zamora y los zamoranos le demuestren que están y deben estar por encima de otras candidaturas. Quiere, en definitiva, que esta capital se gane con esfuerzo el distintivo de protección que tantas alegrías puede dar en el futuro.

En menos de un mes, el Ayuntamiento de Zamora ha de entregar ante la Junta de Castilla y León un documento, suerte de anteproyecto, que describa por qué la ciudad tiene que ser declarada como Paisaje Cultural Mundial por la Unesco. Documento que deberá ser completado por los técnicos regionales y posteriormente ser presentado ante agentes ministeriales mucho antes, si quiera, de que entre en juego el organismo de Naciones Unidas para la protección de la ciencia, la educación y la cultura. Toda vez pasadas estas cribas, Zamora entraría en la denominada Lista Indicativa y es entonces cuándo comenzará la hora de la verdad. Pero, ¿qué es esa lista?

Según la Convención de Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de 1972, el primer paso que debe llevar a cabo un país para incluir un bien en la Lista de Patrimonio Mundial, sea en la categoría que sea, es la realización de un inventario de los bienes susceptibles de ser declarados Patrimonio Mundial en un futuro. Este inventario es el que se conoce como Lista Indicativa y su objetivo es reflejar la diversidad cultural y natural de un país con un potencial valor universal excepcional.

Los bienes susceptibles de ser presentados posteriormente a la Lista de Patrimonio Mundial, en este caso el paisaje de Zamora con sus iglesias románicas pero también su riqueza inmaterial, deberán permanecer al menos un año en la Lista Indicativa antes de poder presentar su candidatura formal. Para evitar una devaluación del marchamo de la Unesco, el Centro de Patrimonio Mundial lanzó en 1994 una estrategia global para conseguir establecer una Lista de Patrimonio a nivel planetario digna de crédito, representativa y equilibrada. Por eso, cada comunidad autónoma debe tener claro qué puede presentar ante la Unesco y qué no. Y por eso también, España solo ha conseguido tres declaraciones desde el año 2010.

La elaboración de la Lista Indicativa en España, a la que debe aspirar a acceder la ciudad de Zamora, se elabora por lo tanto con criterios muy duros. Cada comunidad autónoma, en primer término, selecciona los bienes de su región susceptibles de ser declarados Patrimonio Mundial en el futuro. Esta selección se presenta a un grupo de trabajo creado en el año 2010 por el Ministerio de Cultura y avalado por el Consejo de Patrimonio Histórico en el que se aborda de una forma muy técnica el estudio de la Lista Indicativa española de cara a obtener los mejores resultados por medio de propuestas de calidad que sean acordes con la estrategia global.

Pasado este trámite, nuevamente la comunidad autónoma ha de presentar al Consejo de Patrimonio Histórico los bienes susceptibles de incorporarse a la Lista Indicativa con el preceptivo informe técnico del grupo de trabajo. El Pleno del Consejo del Patrimonio aprueba o no las inclusiones en la Lista Indicativa y se cierra el primer paso. ¿Cuál es el segundo? El Ministerio eleva ante el Comité de Patrimonio Mundial una propuesta por año y este último órgano se encarga de dar o no el sello de la Unesco.

Todo este proceso, como avanzó Strieder, puede durar años. Y existen ejemplos. La Ribeira Sacra de Lugo y Ourense espera su declaración de la Unesco desde el año 1996 en que presentó candidatura. En 1998 se presentaron propuestas del románico del Norte de Castilla y León, las fortalezas de Navarra, la Vía de la Plata o los molinos de viento del Mediterráneo, encabezados por Consuegra, sin que ninguno de ellos haya conseguido aún el sello. Y así existen hasta 31 ejemplos de otras tantas candidaturas incluidas en esta Lista Indicativa de España.

Zamora ambiciona ser distinguida por la Unesco y tiene riqueza para ello, pero el proceso será largo y duro. Y requiere de la colaboración de todos los zamoranos.