El escritor Tomás Sánchez Santiago presentó ayer en la Biblioteca Pública del Estado su última novela, gestada a lo largo de una década. En el acto el escritor zamorano conversó con Horacio Calles Fernández y Miguel Lozano Barba.

-La novela "Años de mayor cuantía" tiene por subtítulo memoria y fábulas. Toda una declaración de intenciones.

-Sí. Yo lo querría entender como memorias igual a fábulas. El género de memorias no es el género de la verdad. No creo que nadie que las escriba sea absolutamente objetivo a veces de manera interesada a veces porque el olvido juega su papel y uno no recordar las cosas como fueron sino como a uno le van llegando. Esta es una novela de relatos que convergen todos ellos en unos depósitos, pero no son memorias. Lo que quisiera con ella es dar cuenta de por qué yo soy así, pero no significa que lo que narro me haya pasado necesariamente a mí.

-En este sentido hay referencias con las que lectores de varias generaciones se pueden sentir identificados.

-Hay guiños intergeneracionales porque quería que en estas páginas estuviera presente la condición humana. No mi propia persona, ni la gente de mi generación, aunque sí es cierto que habrá una mayor complicidad al haber vivido las mismas experiencias, se entenderá de otra manera, pero es cambiar unas cosas por otras. Todas esas sensaciones que yo pongo entre paréntesis como subtítulos en los capítulos, el azar, la identidad, el miedo?, las puede haber vivido cualquier persona, a unos de una manera de tal forma que en vez de asustarse ante un buey lo habrán sentido de otra manera. Yo quisiera que este libro no hablara de mí, ni de mi generación, ni de mi ciudad. Quisiera que pudiera transportar a la experiencia de cualquier persona en cualquier lugar.

-En las páginas del libro tributa homenajes a sus amigos de la infancia, de la adolescencia o incluso a la señora Tránsito la castañera.

-Tanto en esta novela como en lo que he podido escribir hasta ahora, siempre he tenido la convicción de que el pulso del mundo, muchas veces, está en los llamados débiles, en los indefensos, como digo en uno de los relatos, y en las personas que me han ayudado y me han marcado al crecer como persona que, a veces, son las más insospechadas, como Transi la castañera; mis amigos de adolescencia o en esos seres que navegan por la ciudad como si fuesen criaturas desasistidas de todo y sin embargo podían tener la capacidad, porque precisamente se les dejaba hacer lo que quisieran, de alzarse contra lo establecido. Siempre he creído que los que no cuentan en la pomada tienen un peso específico mayor del que se supone.

-A ellos da voz en varios relatos.

-Esta es una novela de voces. No hay una única voz, pero luego se va a la tercera persona con lo que hay un repliegue del tono. Es una novela polifónica, igual que lo fue "Calle Feria", donde hablan unos y otros y donde, por supuesto, hay un sostén que es el narrador, que no siempre es el mismo. Es una novela de voces porque el yo acaba diluyéndose en el nosotros y creo que es lo que he aspirado con ella.

-En algunos relatos, donde recurre a la fantasía, invita a reflexiones como sobre asuntos de calado social como la aplicación de ley de la Memoria Histórica o sobre la discriminación de la mujer dentro de la Semana Santa.

-En la novela hay un componente importante de ensayo, de reflexión. Esta es una novela híbrida porque fluctúa entre distintos géneros. Hay rememoraciones, hay fabulaciones y hay reflexión y también una base poética en el lenguaje. Hay una especie de cohesión de géneros en la novela. Las reflexiones sostenidas tienen que ver con acontecimientos que están tratados más allá de lo anecdótico, lo que está más cercano a la reflexión ensayística. Son consideraciones personales que sigo sosteniendo y que han surgido de una manera natural.

-¿Pretendía hacer una novela tan poliédrica?

-Se me ha presentado así. Es una novela de la memoria y es caprichosa. Cuando nos ponemos a recordar hay un traqueteo del espíritu en lo rememorado que se nos impone y nosotros, cuando lo pensamos o lo escribimos, seguimos esas emanaciones del pensamiento. Cuando se me presentaba la ocasión de entrar en clave ensayística, lo hacía, y cuando debía volver a la fabulación, lo hacía y a veces a las claras. No lo escondo porque es una novela conversacional porque me gustaría que quien la lea la escuche a la vez.

-En varios momentos de la novela regresa a la calle Feria.

-Vuelvo a entrar en esa casa. Se vuelve a mostrar la especie de tradición a la estirpe del comercio y parece que no se ha resuelto. No ha sido de manera deliberada. Quizá me quedó pendiente algo de la novela "Calle Feria".

-El lenguaje tiene una base poética, tal y como decía, pero no es una novela lírica.

-He procurado que no haya preciosismo o una sobreconstrucción lingüística. He procurado escribir de la manera que yo sé hacerlo y levantar sobre eso evocaciones, rememoraciones, crítica y fabulaciones una especie de puzle.