"Vive muy intensamente la Semana Santa y todos los acontecimientos religiosos, quizá por la educación religiosa dada por mi madre, pero, sobre todo, los Miércoles Santo para él son realmente muy especiales. Una vez que pasan las celebraciones navideñas empieza a pensar en la procesión del Silencio", explica Julián María Crespo cofrade del Silencio y hermano de Marco Antonio, conocido por sus allegados como Oto, para quien este Miércoles Santo casi fue el último.

Los hermanos Crespo varones acompañan al Cristo de las Injurias en su desfile por las calles zamoranas desde hace varias décadas. "Primero entraron en la cofradía Juan Ignacio (reputado economista) y Oto y luego yo?todavía se hacía el Juramento dentro del atrio de la Catedral cuando empezamos a procesionar", describe Julián María. La vinculación de la familia que vivió durante muchos años en Madridanos donde el padre ejercía su labor de facultativo, con la Real Cofradía del Cristo de las Injurias procede de la estrecha amistad del progenitor con la familia Peña, unos lazos que persisten a día de hoy entre hijos y nietos tras la ausencia de los patriarcas de ambas sagas.

Todo apuntaba a que este Miércoles Santo la familia cumpliría con lo que se ha convertido ya en una tradición, pero sin embargo el propósito se truncó. "Salimos de Madridanos en dos coches y mientras que unos iban a aparcar, otros nos dirigimos andando hacia la plaza de la Catedral por la cuesta del Obispo", relata Crespo. Su hermano Oto, de 54 años, afectado de síndrome de Down y que lleva un marcapasos desde hace dos años, "estaba feliz, hasta juguetón? incluso bromeaba con los sobrinos nietos mientras que subíamos", rememora Julián María Crespo. Sin embargo, en cuestión de segundos la alegría de su hermano desapareció. "Algo le pasó. No podía decir nada, pero con su mirada pedía ayuda", asevera el hermano de Oto con una voz que denota todavía la angustia experimentada esta tarde. "Pedimos ayuda y rápidamente llegó una pareja de la Policía Municipal y luego una señora, con conocimientos sanitarios, que nos dijo que todavía tenía pulso, pero? esa mirada todavía la tengo clavada", subraya Julián Crespo. "Fue horroroso y una de las experiencias más tremendas que he pasado porque a Oto todos le tenemos un cariño especial". La familia de Oto indica que los sanitarios tardaron muy poco y "en la ambulancia antes de llegar al hospital lo estabilizaron" y, sobre todo, muestra su sincero agradecimiento "a todos los que nos ayudaron".

En el Virgen de la Concha, Oto estuvo "tres o cuatro horas", acompañado por un íntimo amigo médico de Zamora y por los suyos. Al día siguiente, ya en la casa familiar pudo hasta celebrar el cumpleaños de una sobrina nieta. Ahora los allegados de Oto analizan qué pudo pasar. "Los médicos dicen que fue un colapso de esfuerzo cuando él juega al pádel, al fútbot, al tenis? lleva una vida de integración desde niño", puntualiza su hermano quien menciona que "nosotros nos propusimos que era uno más de la familia cuando estos niños eran escondidos e incluso el maestro de Madridanos, don Juan Antonio, quiso que Oto fuera un niño más de la escuela y aprendió a leer y a escribir como uno más".

Oto, que vive con familiares en Majadahonda, tras permanecer en silencio sin poder acompañar a la impresionante talla del Cristo de las Injurias, ya piensa en el próximo Miércoles Santo.