El artista Miguel Villarino habla con vehemencia de arte, una pasión que es su modo de vida y una pasión que comparte con los zamoranos tras más de 25 años de ausencia. Obras del último premio BMW de Pintura, en concreto de la misma serie a la que pertenece el cuadro por el que ha recibido tan prestigioso galardón, pueden contemplarse estos días en la galería de arte contemporáneo Espacio 36-Ángel Almeida.

-Regresa a Zamora tras más de un cuarto de siglo sin exponer en la ciudad de Zamora. ¿Cómo surge la posibilidad de volver a ella expositivamente hablando?

-A raíz de una conversación con el galerista Ángel Almeida tras una visita que hice a Zamora las pasadas Navidades. Hacía más de 25 años que no exponía aquí. Era una espinita que tenía clavada, pero la vida te lleva por otros derroteros y a mí me ha llevado por una trayectoria más internacional. He expuesto en Nueva York, en Lisboa, en París, hace poco en Paraguay ahora voy a Alemania.

-¿En qué consiste este retorno a la capital?

-Es una exposición titulada "Casilla de salida" y corresponde a la última serie en la que estoy trabajado desde el año pasado y que se titula "Afanes trabajos del vagamundo". En ella incorporo un nuevo personaje, el vagamundo, que recorre un mundo imaginario, un mundo de referencias al juego de la vida, un viaje a esa Ítaca particular de cada uno de nosotros. Esa figura aparece en todos los cuadros y representa al pintor al mismo tiempo que al espectador, participe también de este viaje imaginario. Para mí mostrar estas últimas obras en Zamora es muy especial porque este viaje creativo lo inicié hace años en la provincia y no he olvidado mis raíces. He heredado mucho de Zamora y de su Semana Santa, de los cuadros de la iglesia de mi pueblo, de esas obras oscuras del barroco español, de esas vánitas que llamaban la atención de un niño.

-Sin embargo, su pintura de oscuridad tiene poco. Utiliza una paleta tremendamente colorista.

-Yo soy expresionista, aunque haya tanto colorido. Me considero un expresionista muy simbólico. En una ocasión Juan Manuel Bonet, el antiguo director del Museo Reina Sofía, en un texto que escribió sobre mi obra dijo que mi pintura no era cómoda, es una pintura de mucha enjundia, de mucha profundidad, dura y de muchos matices. Quizá en esta serie no se aprecia tanto como en series previas como "Exiatus vitae", o "La casa de Asterión", donde abordo una reflexión del barroco español y de la caducidad de la vida

-La serie que presenta en Zamora es ...

-Simbolista y simbólica. Es muy expresionista en lo formal y en la manera de usar la pintura y muy simbólica por los símbolos utilizados a lo largo de mi trayectoria, como las referencias a la muerte o al juego, la vida como viaje iniciático, los problemas de la comunicación, el lenguaje, la lógica formal, etc. Algunos críticos de arte han dicho de mí que soy un artista demasiado intelectual y que mi obra tiene un armazón, bajo su sencillez, muy enrevesado y complejo con muchas referencias a la filosofía dado que tengo una buena formación filosófica.

-Y usted, ¿cómo se define?

-Yo soy un pintor y yo eso lo entiendo como un creador de lenguajes. La pintura, como medio de expresión como lenguaje artificial y creado que es, tiene una serie de elementos de formación de ese lenguaje y de reglas de transformación del mismo y luego está la interpretación de este lenguaje, lo que el artista quiere decir. Me considero un pintor que cuenta historias y la pintura es contar una historia, una forma de contar nuestra humanidad.

-¿El público es receptivo a la historia que usted cuenta?

-Sí, para bien o para mal. Les gusta o no, de una manera radical, no hay término medio. Hay personas a las que mis propuestas no les interesan y ni les gustan, pero a quienes les seducen, me siguen y son muy fieles. También es verdad que fuera de España son más receptivos a mis creaciones. Ha habido series completas que me han comprado fuera, como una serie dura, en blanco y negro, de figuras yacentes que solo se vendió una obra en España, adquirida por el Museo Reina Sofía, y el resto se fue a Alemania. Los Clinton tienen obras mías, la reina Noor de Jordania o Shakira, nombres que jamás pensaría que iban a comprar mi obra.

-¿Por qué funciona mejor su producción pictórica fuera?

-Tal vez porque en España se está apostando en los últimos años por otros medios de expresión como la fotografía o el vídeo, la performance, la instalación y se está olvidando un poco la pintura, aunque es verdad que este año en ARCO había más pintura. Un galerista alemán me decía en una ocasión que en España vamos 15 años por detrás, pues en su país la pintura vive una excelente etapa. Yo nunca he realizado instalaciones o performances, aunque las respeto. He hecho algún vídeo, pero lo que me interesa son la pintura y la obra gráfica. Estos son mis modos de expresión.

-Hablaba de ARCO donde usted ha expuesto años atrás, ¿este tipo de muestras están agotadas?

-No lo creo. Es una feria comercial y debe existir. Otra cosa es que se pretenda presentar como algo cultural, lo cual dudo que deba ser. En lo que no estoy de acuerdo es en que reciba tantas ayudas y subvenciones. Si es comercio, y eso es lo que se pretende, que lo sea con todas las consecuencias. Lo mismo para Art Madrid o Estampa, entre otras ferias.

-¿Qué le pareció la censura a las fotografías de Santiago Sierra retiradas de uno de los stands?

-No creo que se deba censurar ninguna obra, ningún cuadro, ningún libro. La batalla debe darse entre ideas. Con este comportamiento lo que se hizo es darle publicidad al artista y que las obras se vendieran. Eso es lo que pretendía el artista, es su modo de trabajar y en este sentido lo hizo muy bien. El problema es de los que entraron al trapo. Otra cosa sería la discusión sobre si la obra es buena o mala o su valor estético, cultural... que representa otro asunto. De todas maneras, creo que cada vez hay más censura, menos libertad. En ese sentido vamos retrocediendo. La tiranía de lo políticamente correcto se va imponiendo, lo que hace daño a la libertad y a la creación.

-La muestra en Zamora es su primera exposición tras la concesión del Premio BMW de Pintura. ¿Qué ha supuesto para usted el reconocimiento?

-Lo entiendo como un premio a una labor, a un trabajo, de casi 40 años que llevo en el mundo del arte más que un premio por la obra que presenté. Por otro lado, soy un artista que se prodiga muy poco en exposiciones, muy parco y sobrio quizá por mi origen zamorano, y conocido en círculos muy reducidos de amantes de la pintura. Este galardón, con el prestigio que tiene y a donde llega, me ha dado a conocer a otro tipo de público más allá de los círculos de los coleccionistas donde ya era conocido. Además es un acicate para seguir trabajando con más ganas.

-El galardón en los últimos años lo habían obtenido valores emergentes y sin embargo usted es un artista consolidado.

-Sí. Es curioso. La persona que lo ganó la edición anterior tiene 15 años menos que yo, de ahí que lo interprete como un reconocimiento a una trayectoria y al mismo tiempo te retrotrae a la juventud, a los comienzos, a la pelea en el buen sentido. Es un reto.

-Usted en 1996 obtuvo un premio en la extinta Bienal Ciudad de Zamora. ¿La recuperaría?

-La bienal fue un escaparate magnífico y fue de las más importantes de España. Fue una lástima que se perdiera porque tuvo una gran repercusión y ahora habría que hacer algo parecido. En su momento me pidieron ayuda y la presté y volvería a prestarla. Me gusta la Semana Santa, pero, con todos mis respetos, la vida de la ciudad no se puede centrar en ella.

-Y, ¿qué propone usted?

-Habría que poner en marcha iniciativas culturales potentes como algún festival más de música o de teatro, eventos que atrajeran visitantes y apostaran por la creación. La cultura en general genera muchos recursos e ingresos para los países, pero en España no están muy interesados a diferencia de lo que sucede en otros países, que lo explotan mejor y que lo publicitan mejor. Además, tengo la sensación de que Zamora no está suficientemente publicitada fuera con el gran románico que reúne y las inmensas posibilidades que tiene para atraer proyectos de turismo de calidad. Zamora, que es bellísima, tiene el tamaño ideal para desarrollar actividades que generen riqueza a través de la cultura.

-Concrétenos.

-La Florencia de los Médici tenía 50.000 habitantes, la Atenas de Pericles también tenía esa cifra de residentes aproximadamente. Zamora se podría convertir en una nueva Florencia cultural si a los políticos les interesara. La cultura mueve mucho dinero y genera mucha riqueza, que se lo digan a los bilbaínos con el Museo Guggenheim que han triplicado en ingresos la inversión realizada en su construcción. Este pensamiento lo han entendido muchas ciudades de fuera de España que se han reconvertido, a falta de industria, en ciudades culturales. Una nueva industria es la cultura y el turismo de calidad. En opinión de un humilde zamorano, Zamora podría ser una de esas "mirabilia urbis" y ahora con el AVE, más. Desde mi punto de vista puede convertirse en una ciudad y una provincia con una industria cultural potente que, sin duda, fije población.

-Usted ha puesto en marcha los Encuentros de Arte y Naturaleza en su pueblo. ¿Cómo surge la iniciativa?

-Los Encuentros Arte y Naturaleza Teso en Morales de Rey surgieron a raíz de una propuesta de exposición realizada por la alcaldesa de mi pueblo, Elsa Fernández. A raíz de un premio de grabado que gané y de la restauración de la antigua fragua convertida en sala de exposiciones, muy especial, me pidieron que expusiera. En mi muestra "Volver a casa" estaba presente el concepto de regreso físico y metafísico. Luego hablé con amigos y a lo largo del verano expusieron Manuel Bouzo; Luis Caruncho, el gran constructivista español que había fallecido recientemente, pero su viuda nos facilitó obra y posteriormente mostró su arte una investigadora del grabado. Además, de manera paralela hubo un taller de Land Art a cargo de Carlos de Gredos, un artista que trabaja en la naturaleza que hizo unos recorridos muy interesantes creando obras en espacios naturales. También yo impartí unos talleres de grabado. Todo esto se hizo con una asociación que se creó a tal efecto, Ars Eria, la colaboración del Ayuntamiento de Morales, una ayuda de la Fundación Caja Rural, el respaldo de la Diputación de Zamora y la colaboración desinteresada de verdaderos mecenas.

-¿Qué puede anticipar de la edición que están preparando?

-Este año será en julio y agosto, aunque quizá los talleres y proyectos se concentren en un único mes. Además de Carlos de Gredos vendrá el escultor Florentino Díaz, el pintor mejicano Carlos Vidal y quizá un artista paisajista para impartir un taller a lo que unirán talleres de una semana o de un día de grabado que impartiré yo. También iremos a otros pueblos, pues hay varios ayuntamientos interesados. Además, nos gustaría impulsar estancias o residencias de artistas en pueblos pequeños y que se lleven a cabo talleres,

-¿Hay que llevar también el arte a los núcleos de población más pequeñas?

-¡Por supuesto! El arte tiene que acercarse a los pueblos. Desde la Asociación Ars Eria tenemos un proyecto para intentar impartir talleres en otros pueblos e incluso alguno en la capital. No obstante, estamos dando los primeros pasos. El futuro, ya se verá.