Una túnica de la Tercera Caída completa, con caperuz incluido ha sido el objeto perdido más curioso durante la pasada Semana Santa. Por fortuna alguien la encontró, la entregó en la Policía Municipal y su dueño pudo recuperarla. Por lo demás la Pasión de este año, que ha registrado numerosos intentos de robo, no se ha significado por la pérdida de enseres en la calle. Al menos que hayan llegado a la Oficina de Objetos Perdidos: trece móviles y carteras, de los cuales ocho fueron recuperados, 188,73 euros en metálico y cuatro móviles, de los cuales dos se pudieron devolver a sus dueños, según relata el agente Santiago Salgado, que es el encargado de controlar los hallazgos que llegan al cuartel de la Plaza Mayor.

No siempre se recuperan móviles y carteras, aunque la Policía Municipal intenta, siempre que puede y tiene alguna pista, dar con sus dueños. "Muchas veces a lo mejor preguntan el mismo día del extravío o al día siguiente y no se vuelven a pasar, pero hay objetos que tardan tiempo en aparecer", bien porque quien lo encuentra no se acerca enseguida a la Policía Municipal o espera a encontrarse a una patrulla por la calle para devolverlo. Y hay casos en que tardan de verdad, como aquel caso que se dio en un bar. El dueño observó una avería en la cisterna del servicio y descubrió que la causa era que estaba llena de carteras: algún ladrón las tiraba allí después de cometer sus fechorías.

La solidaridad ciudadana existe, como demuestra el hecho de que se entregue en la Policía Municipal no sólo móviles, que pueden ser más difíciles de reutilizar, sino también dinero contante y sonante. Los agentes tienen sus métodos para indagar si quien reclama algo es o no su dueño legítimo.

Uno de los aspectos más desconocidos es el hecho de que quien encuentra algo tiene derecho a un porcentaje de recompensa, o a quedarse con el objeto si su dueño no aparece en un plazo de dos años. Es lo que pasó a los padres de dos niños que encontraron dinero jugando en el parque: lo devolvieron y al no aparecer el dueño en dos años se lo pudieron quedar.

La Policía Municipal guarda más tiempo los objetos perdidos, aún a sabiendas de que en la mayoría de los casos nadie va a preguntar por ellos, en una suerte de cajón de sastre en el que cabe, literalmente, de todo: dos maletas llenas de ropa, una bolsa llena de cajetillas de tabaco, dentaduras postizas, radiocasetes de coche de los antiguos extraíbles, teléfonos de los primeros móviles modelo "ladrillo", relojes de todo tipo, un cheque al portador de 726.800 pesetas (hay una bolsa llena de monedas y billetes que habrá que cambiar antes de que pierdan todo su valor, en 2022), un teléfono público, una mesa de un bar (arrebatada a unos cacos que huían con ella sin que se haya podido establecer la procedencia), una bolsa llena de polos de supuestamente la marca Ralph Laurent. "Hasta un burro", recuerda Santiago Salgado apareció una vez perdido en la calle. Animal apreciado, en esa ocasión aparecieron hasta tres presuntos dueños a reclamarlo, aunque sólo el verdadero supo acertar con el color del animal.

La Oficina de Objetos Perdidos funciona porque legalmente en Ayuntamiento tiene obligación de prestar el servicio. Y lo presta, ya que son muchas las cosas que los dueños pueden recuperar después de extraviarlas en la calle. Aunque parezca imposible, como los cien euros que un hombre perdió al salir de una oficina bancaria, y que fue regando sin darse cuenta por la calle. Un hombre se encontró dos billetes de veinte euros, otra mujer un tercero y otros dos viandantes los dos restantes. Todo el dinero fue a parar a la Policía que pudo reconstruir la secuencia de los hechos y convencerse de que el reclamante era el dueño del dinero.