Después de seis novelas, algunas de ellas que han cosechado muchísimo éxito, centradas en enigmas vinculados a la historia del arte, el periodista y escritor Javier Sierra quiso enfrentarse a un misterio invisible. "No hay enigmas mayores que los que plantea la filosofía y sus preguntas claves: quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos", indicó ayer el autor que a partir de esas cuestiones cimentó su última novela "El fuego invisible", obra con que la cosechó el Premio Planeta 2017. El escritor acercó a la gestación del libro en la sesión del club de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, presentada por el jefe de sección, José María Sadia, que logró un llenó hasta la bandera.

"Quería enfrentarme al enigma de quiénes somos, un planteamiento que está unido a nuestra capacidad de crear arte", explicó Javier Sierra que trasladó el arcano en la frase "¿De dónde vienen las ideas?", las primeras palabras de su novela. La cuestión se la plantean varios protagonistas en el manuscrito y a lo largo de las páginas de la novela el autor da respuesta "en clave literaria desde la emoción".

Entre los ingredientes presentes en la trama que ha urdido Sierra aparecen el Santo Grial, "un ejemplo de lo que es la invención de conceptos porque es un término que surgirá a finales del siglo XII en España, que saltará a Francia y luego se difundió a todo el mundo asociándose al cáliz que Jesús en su última cena empleó y que ayuda a dar respuesta a la gran pregunta filosófica" o el arte románico, "muy impactante". "Nosotros ahora lo vemos desde una perspectiva muy estética, pero que en plena Edad Media iba más allá, provocaba unas emociones muy determinadas y se vivía con un miedo extraordinario del fin del mundo". Además, "El fuego invisible" transita por lugares urbanos accesibles como un parque, como el del Retiro, o el Museo Nacional de Cataluña porque "lo que tenemos más a mano según como te lo cuenten, puedes verlo de una manera u otra".

El escritor apostó por enviar el texto al certamen del Planeta, utilizando el seudónimo de Victoria Goodman, porque el manuscrito "tenía todos los ingredientes tradicionales de mis novelas, como misterio histórico o intriga, y un componente cultural más importante de lo habitual". En este sentido remarcó las muchas metarreferencias literarias, desde Valle Inclán, Unamuno o lord Byron, que están "en el ADN de la novela" porque "son creadores que en algún u otro momento se han hecho la pregunta que yo me formulé para esta novela".

"El fuego invisible", gestada durante cuatro años en los que el autor tenía muchos frentes de trabajo abiertos, tuvo un proceso de redacción "rápido", de unos nueve meses, frente a la documentación, una fase "más laboriosa" al igual que el establecimiento de "puntos de conexión entre elementos que nadie antes ha vinculado". Desde su punto de vista resulta fundamental "seleccionar los elementos con los que vas construir la trama de una novela y que puedas establecer relaciones sorprendentes entre esas piezas". "Mis novelas relacionan cosas que nunca se hubiera enlazado".